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Más de un año después de la tragedia de la Dana en Valencia, nueva información relacionada con la conducta del expresidente de la Generalitat Carlos Mazón y la periodista Maribel Vilaplana sigue conmocionando a la opinión pública.

 

Antonio Maestre, conocido comentarista político, ha “soltado una bomba” al revelar detalles inéditos que han puesto incluso al líder del PP, Feijóo, en estado de pánico.

 

El caso gira en torno al análisis del tiempo transcurrido entre las 18:45 y las 19:47 del día de la tragedia, mientras zonas enteras de Valencia estaban inundadas y la población luchaba contra el riesgo de ahogamiento.

 

Según datos bancarios verificados del parking facilitados por Maribel Vilaplana, ambos estuvieron juntos aproximadamente una hora, desde que salieron del restaurante Ventorro hasta que Vilaplana pagó el estacionamiento a las 19:47.

 

Este lapso corresponde al tiempo en que Mazón debería haber estado presente en el CECOPI, el centro de coordinación de emergencias, dirigiendo las operaciones de rescate.

 

Este descubrimiento genera sospechas graves. Calculando la distancia desde el restaurante hasta el parking, una persona caminando normalmente tardaría unos 10 minutos. Entonces, ¿por qué una hora completa?

 

Fuentes confirmaron que Mazón y Vilaplana estuvieron en la casa de Mazón realizando actividades personales, no relacionadas con la emergencia.

 

Esto implica que la responsabilidad del liderazgo durante momentos críticos fue completamente ignorada.

 

La periodista Laura Ballester, que siguió de cerca los hechos, comenta: “Toda la información previa sobre Mazón trabajando desde las 17:00 en el Palau, luego las 18:00, se ha derrumbado.

 

Desde que almorzó con Vilaplana hasta que apareció en el CECOPI cerca de las 20:00, no estuvo presente donde debía estar para salvar vidas”.

 

 

Ester Palomera, analista política, subraya: “Lo importante no es qué hicieron, sino lo que no hicieron.

 

No estaban en el centro de emergencias, no contestaban llamadas, no emitieron alertas necesarias para los ciudadanos en peligro”.

 

El diario Levante, de Valencia, confirmó que Vilaplana llevó a Mazón cerca del Palau a las 20:10, después de pagar el parking. Esto refuerza la existencia de un misterioso hueco de 37 minutos en que Mazón no atendió ninguna llamada de las autoridades.

 

Incluso negó contar con escolta policial, mostrando que todo el proceso de gestión de la crisis estuvo descontrolado.

 

Detalles sobre este “tiempo muerto” también revelan versiones contradictorias de Mazón y Vilaplana. Vilaplana afirmó que caminaban y hablaban de fútbol, pero los datos del ticket del parking indican un lapso más largo.

 

Mazón cambió repetidamente la hora de su llegada al Palau para crear la apariencia de trabajo continuo durante la emergencia.

 

Un dato llamativo es el cambio de ropa de Mazón antes de presentarse en el CECOPI, lo que genera dudas sobre la veracidad de sus declaraciones.

 

La incoherencia entre las versiones, sumada a los datos financieros y de desplazamiento, ha obligado a periodistas y analistas a “contar cada minuto, medir cada metro” para reconstruir los hechos.

 

La pregunta central es: ¿Qué hicieron Mazón y Vilaplana durante esa hora?

 

Algunas fuentes del PP sugieren que aprovecharon el tiempo para “momentos privados”, ignorando la emergencia.

 

Esto provoca serias dudas sobre que Mazón, como líder, abandonara su responsabilidad en un momento crítico.

 

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Además, han pasado 13 meses desde la Dana, pero nuevas versiones de los hechos siguen apareciendo.

 

Testigos, desde choferes y escoltas hasta asesores, aún no han declarado completamente ante la justicia, prolongando la investigación y minando la confianza pública.

 

Antonio Maestre enfatiza que la mentira prolongada no solo afecta políticamente, sino que también erosiona la confianza de los ciudadanos en el PP en Valencia.

 

Los líderes del partido enfrentan ahora la difícil pregunta: ¿Pueden respaldar a un político descubierto mintiendo en horas cruciales?

 

Isabel Olmos, periodista de Levante, señala que la información de que Vilaplana llevó a Mazón cerca del Palau a las 20:10 indica una especie de “colaboración silenciosa” para ocultar información.

 

Analistas políticos interpretan que podría tratarse de una estrategia para proteger la imagen de Mazón, pero a la vez evidencia la gravedad de su negligencia.

 

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La superposición entre las declaraciones y los datos reales es evidente:

Salida del Ventorro: 18:45

Pago del parking: 19:47

Llegada al CECOPI: 20:28

Esto deja un hueco de 37 minutos en la agenda oficial de Mazón, generando interrogantes sobre transparencia y ética política del expresidente.

 

Además, surge la preocupación sobre quién fue realmente responsable de alertar a la población y por qué hubo encubrimiento en los primeros comunicados de Mazón y Vilaplana.

 

Inicialmente, el PP aseguró que Mazón trabajaba incansablemente durante la Dana, pero los hechos muestran que esto era falso.

 

Actualmente, el tribunal continúa solicitando declaraciones de múltiples empleados, asesores, choferes y escoltas. El objetivo es revelar todas las mentiras y reconstruir con precisión las horas críticas que Mazón y Vilaplana pasaron juntos.

 

Esto plantea la cuestión: ¿Podrá Mazón mantener su autoridad política después de todo esto?

 

Con la elección de un nuevo presidente de la Generalitat a solo 48 horas, cada acción e información de Mazón será examinada, tanto legal como políticamente.

 

Expertos advierten que el caso podría provocar un terremoto político en Valencia, ya que Mazón es una figura clave del PP pero ahora enfrenta presión pública y mediática intensa.

 

Casos anteriores muestran que la mentira y el encubrimiento durante una crisis pueden tener consecuencias devastadoras para la confianza ciudadana.

 

Vilaplana también enfrenta presión para explicar su conducta durante ese período. Aunque afirma que pasearon y trabajaron en su móvil, los datos contradicen gran parte de sus declaraciones, lo que cuestiona su credibilidad.

 

 

El contexto político actual complica la situación: los líderes del PP no solo deben proteger la imagen de Mazón, sino también justificar ante el público cómo se permitió esta negligencia en un desastre potencialmente mortal.

 

 

Los periodistas continúan rastreando cada detalle: pagos del parking, trayectos cortos, cambios de ropa de Mazón. Todo esto busca reconstruir la verdad sobre lo sucedido durante los momentos decisivos.

 

 

Un año después de la Dana, la verdad emerge en fragmentos, pero lo seguro es que Mazón y Vilaplana generaron un hueco polémico y enigmático, provocando indignación pública y dudas sobre la responsabilidad política, la ética y la transparencia durante la crisis.

 

 

Antonio Maestre subraya que esta información no solo expone el vacío de responsabilidad de Mazón, sino que también sirve como advertencia sobre cómo los líderes pueden ocultar la verdad en momentos críticos, una lección dolorosa pero necesaria para Valencia y toda España.

 

 

En conclusión, la pregunta sigue abierta: ¿Qué hicieron Mazón y Vilaplana durante esa hora y por qué guardaron silencio durante más de un año?

 

La respuesta surgirá a medida que los testigos declaren, y la ciudadanía seguirá atentamente cada minuto para descubrir la verdad detrás de los momentos más controvertidos de la tragedia de la Dana.

 

La lección no solo concierne a la responsabilidad de los líderes, sino también a la supervisión de los medios y el derecho de la ciudadanía a conocer la verdad, porque en emergencias, cada minuto puede significar la diferencia entre la vida y la muerte.