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Cuando una bomba estalla en directo

No fue una insinuación. No fue una metáfora. Fue una acusación directa, articulada con datos, cifras, nombres propios y una pregunta que todavía resuena en la Asamblea de Madrid:
¿Dónde están los más de 70 millones de euros desaparecidos de Madrid Network?

Ernesto Ekaizer soltó la bomba.
Y, desde ese instante, el nombre de Isabel Díaz Ayuso volvió a temblar.

Madrid Network, una asociación creada en tiempos de Esperanza Aguirre bajo la bandera de la innovación y el progreso económico, ha reaparecido en el centro del debate político como lo que varios medios y la oposición califican ya sin rodeos como un agujero negro de dinero público, un chiringuito opaco, blindado durante años frente a auditorías, controles y responsabilidades.


Madrid Network: del escaparate “business friendly” al pozo sin fondo

Madrid Network nació en 2007 con un lema grandilocuente: convertir a la Comunidad de Madrid en el territorio más “business friendly” de Europa. Innovación, I+D+i, competitividad global.
Eso decía el relato.

La realidad, según las investigaciones periodísticas y las denuncias parlamentarias, es otra muy distinta.

Desde 2011, la asociación recibió 80 millones de euros procedentes de fondos públicos, en gran parte a través de un préstamo estatal concedido durante el gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero y transferido casi de inmediato por la Comunidad de Madrid a Madrid Network.

¿El resultado?

Más de 50 millones destinados a cubrir impagos.

Una deuda acumulada que rozaría hoy los 70 millones de euros.

Ninguna devolución efectiva.

Y, pese a ello, más de 300.000 euros en nuevas subvenciones concedidas durante los últimos años por el gobierno de Ayuso.

Todo ello mientras la entidad lleva desde 2018 sin devolver las cuotas del préstamo recibido.


La conexión Ayuso: cuna laboral y trampolín político

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Uno de los elementos más explosivos del caso es la vinculación directa de Isabel Díaz Ayuso con Madrid Network.

Antes de convertirse en diputada autonómica y, más tarde, presidenta de la Comunidad de Madrid, Ayuso trabajó en esta asociación entre 2008 y 2011 como responsable de comunicación.
Un puesto por el que habría percibido más de 4.000 euros mensuales, pese a figurar formalmente como becaria.

Madrid Network fue, para Ayuso, su cuna laboral y su trampolín político.

La oposición sostiene que mientras figuraba como responsable de comunicación, no existe constancia pública de notas de prensa firmadas por ella ni de una actividad verificable acorde al salario percibido. Una acusación que el gobierno regional niega, pero que sigue sin disipar las dudas.


El dinero que viaja: Montoro, despachos y redes de poder

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El escándalo crece cuando se sigue el rastro del dinero.

Según revelaciones de El Diario y El Plural, Madrid Network llegó a inyectar 1,8 millones de euros a Equipo Económico S.L., el despacho fundado por el exministro de Hacienda Cristóbal Montoro.

No fue el único beneficiario:

Empresas vinculadas a Manuel Lamela, exconsejero de Sanidad.

Fondos que acabaron en manos de López Madrid, vinculado a OHL.

Cantidades millonarias nunca devueltas.

Convenios firmados “a dedo”, sin concurrencia pública abierta ni criterios transparentes.

Ernesto Ekaizer lo resumió con crudeza:
“Tenían el dinero, tenían el chiringuito y necesitaban el instrumento. Ese instrumento fue el convenio directo.”


¿Por qué no se audita?

La pregunta es simple. La respuesta, incómoda.

La oposición —especialmente Más Madrid— lleva meses reclamando una auditoría independiente y una comisión de investigación parlamentaria.
La mayoría del Partido Popular se ha negado sistemáticamente.

¿Por qué?

Porque, según denuncian los grupos opositores, una auditoría pondría nombres y apellidos a responsabilidades políticas y administrativas, incluyendo a cargos que hoy siguen ocupando puestos clave en la Comunidad de Madrid y en órganos de control como la Cámara de Cuentas.

El Tribunal Supremo ya ha advertido que no puede invocarse la protección de datos para ocultar información pública cuando se trata del uso de fondos públicos.

Aun así, el cerrojo persiste.


El discurso que incendió la Asamblea

La intervención de la diputada de Más Madrid fue demoledora. Sin rodeos. Sin eufemismos.

Comparó Madrid Network con otros casos paradigmáticos de corrupción en la región y lanzó una pregunta que ningún portavoz del PP respondió de forma directa:

“¿Cómo es posible que de 80 millones de euros no se haya devuelto prácticamente nada y que la deuda supere los 70 millones?”

La respuesta oficial se refugió en tecnicismos: tablas de amortización, divergencias contables, informes pendientes, peritajes retrasados.

La oposición lo calificó como una estrategia clásica: ganar tiempo hasta que prescriban los posibles delitos o el escándalo deje de estar de moda.

Ernesto Ekaizer acusa a un tertuliano de Jesús Cintora de ser un "topo" de  Ayuso y le obliga a actuar: "Es intolerable"


Ekaizer y el aviso final: “Esto no ha muerto”

Ernesto Ekaizer fue claro:
El caso Montoro no está muerto.
El juez instructor tiene experiencia, autonomía y margen para decidir su competencia y reactivar las investigaciones.

Si eso ocurre, Madrid Network dejará de ser un asunto del pasado para convertirse en una bomba judicial de presente y futuro.

Y con ella, la figura de Ayuso volverá a situarse bajo los focos, no ya como símbolo político, sino como pieza central de una red de decisiones tomadas en la sombra durante años.


El silencio como estrategia

Mientras tanto, el gobierno regional guarda silencio o desacredita a quienes preguntan.
La oposición insiste.
Los medios investigan.
Y la ciudadanía observa.

Porque la pregunta sigue sin respuesta:

¿Dónde están los 70 millones de euros?

No es una cuestión ideológica.
No es una batalla de relato.
Es una cuestión de dinero público.

Y, como recordó la diputada desde la tribuna:
“Mentir no será delito. Pero robar a los madrileños, sí.”


Epílogo: cuando el poder se protege a sí mismo

Madrid Network no es solo un caso administrativo.
Es el retrato de un sistema.

Un sistema que crea entidades privadas para esquivar controles públicos.
Que reparte fondos a redes afines.
Que blinda responsabilidades.
Y que confía en el desgaste del tiempo como mejor aliado.

Pero esta vez, el ruido no se apaga.

La bomba ya ha explotado.
Y Madrid escucha.