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La reaparición de Olga Moreno en ‘De Viernes’ no fue una entrevista más. Fue, sin exagerar, uno de los momentos televisivos más tensos y comentados del cierre de 2025. La ganadora de Supervivientes 2021 decidió hablar, responder, aclarar… y, sobre todo, poner límites. Límites a los rumores, a las interpretaciones interesadas y a los ataques personales que, durante meses, han rodeado su vida privada y su relación con Agustín Etienne, su representante y actual pareja.

La conversación, conducida por Santi Acosta, se convirtió en una especie de ajuste de cuentas emocional y mediático. Un relato que mezcló amor, desgaste, maternidad, lealtades rotas y un mensaje claro: no todo vale en televisión.


🔍 El origen de la polémica: lágrimas, sospechas y silencios incómodos

Todo comenzó semanas atrás, cuando Olga Moreno rompía a llorar en ‘El Tiempo Justo’. Aquellas lágrimas, sin explicación clara en ese momento, fueron el caldo de cultivo perfecto para la especulación. ¿Crisis sentimental? ¿Estrategia televisiva? ¿Un nuevo episodio de victimismo, como algunos llegaron a insinuar?

La ausencia posterior de Olga del programa no hizo más que alimentar la narrativa del misterio. Y entonces llegó Informalia, con un artículo que encendió definitivamente la mecha: se apuntaba a la hija de Olga como supuesto foco de conflicto en la relación con Agustín Etienne.

Una línea que muchos consideraron cruzar un límite ético.

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⚠️ “Meter a los hijos es intolerable”: la crítica social y mediática

El texto fue duramente criticado en redes sociales y en platós de televisión. Incluso colaboradores habitualmente beligerantes coincidieron en algo poco habitual: los hijos no deberían ser nunca moneda de cambio mediática.

Paradójicamente, esa acusación fue comparada con las insinuaciones vertidas días antes por Terelu Campos, quien, sin mencionar directamente a la menor, dejó caer que Antonio David Flores condicionaría la relación de Olga con Agustín por cuestiones relacionadas con su hija.

El contraste no pasó desapercibido para el público:
¿Doble moral? ¿Hipocresía televisiva? ¿Quién puede dar lecciones y quién no?


🎥 ‘De Viernes’: el momento de hablar sin filtros

Con este contexto, Olga Moreno llegó a ‘De Viernes’. Lo hizo visiblemente nerviosa, pero decidida. Y empezó por el principio.

“Mi relación con Agustín empieza hace tres años. Fue algo totalmente inesperado”.

Así, sin épica forzada. Olga explicó cómo una relación profesional fue transformándose, lentamente, en algo más. Desmintió de forma tajante las acusaciones de montaje:

“¿Un montaje de tres años? Eso no se sostiene”.

Reconoció incluso comentarios pasados que hoy le generan incomodidad, como cuando dijo que Agustín “le parecía un poco gay”, una frase que levantó cejas y críticas. Pero lejos de esquivar el tema, lo contextualizó como parte de un proceso de amor madurado, no instantáneo.


❤️ Agustín Etienne: “Me hace sentir en paz”

Agustín Etienne: su edad, su trabajo y su vínculo con Olga Moreno

Uno de los momentos más emotivos llegó cuando Olga describió a su pareja:

“Es una persona leal. Me hace sentir tranquila, en paz. No te aburres con él”.

Habló también del momento más duro de su vida reciente: la enfermedad de su madre, siete meses encerrada en Sevilla, sin querer ver a nadie, ni siquiera a Agustín.

Un testimonio que desmonta la imagen de relación perfecta y, al mismo tiempo, humaniza una historia que muchos se empeñan en reducir a titulares simplistas.


👩‍👧 La hija, el punto más delicado

Cuando Santi Acosta abordó la cuestión familiar, Olga fue clara:

“Agustín se lleva muy bien con mi hija. Gracias a Dios”.

Sin dramatismos. Sin discursos grandilocuentes. Y, sin embargo, ese simple enunciado contrastó con semanas de especulación cruel.

Sobre la maternidad futura, fue aún más tajante:

“Tengo 50 años. No puedo ni quiero volver a ser madre”.

Reconoció que le da pena por Agustín, a quien considera que sería un gran padre, pero asumió su decisión con honestidad:

“Ahí soy egoísta”.

Una frase que generó respeto incluso entre quienes no suelen simpatizar con ella.


💣 El golpe a Ana Luque: directo y sin rodeos

Ana Luque decepcionada con Olga Moreno

Pero el momento más comentado de la noche llegó al mencionar a Ana Luque, ex amiga y una de las voces más críticas con Olga en los últimos meses.

Cuando se le recordó que Ana había dicho que Olga “no estaba enamorada”, la respuesta fue demoledora:

“Esa persona no está en mi vida ni quiero que esté. Ha dicho cosas que no me merezco”.

Sin gritos. Sin insultos. Pero con una frialdad que dolió más que cualquier exabrupto.

Para muchos, fue un ajuste de cuentas elegante, pero definitivo.


🎭 El debate en plató: ¿amor sin pasión?

Tras la entrevista, el plató se dividió. José Antonio León lanzó una reflexión polémica: veía cariño, sí, pero poca pasión.

Un comentario que provocó reacciones inmediatas.

¿Desde cuándo la falta de exhibicionismo es sinónimo de desamor?
¿Desde cuándo reconocer discrepancias invalida una relación?

Otros colaboradores defendieron a Olga, recordando que todas las parejas discuten y que la sinceridad no debería penalizarse.


 

🧠 Televisión, moral y dobles discursos

La noche dejó algo más que titulares. Dejó una pregunta incómoda flotando en el aire:

¿Quién decide qué relaciones son “válidas” en televisión?
¿Quién puede hablar de dignidad cuando arrastra sombras en su propio pasado familiar?

Las comparaciones con Terelu Campos, Carlos Costanzia y Mar Flores surgieron de forma inevitable en redes sociales. El público no es ingenuo, y la memoria colectiva es más larga de lo que algunos creen.


📺 Un final de año cargado de tensión

‘De Viernes’ cerró 2025 con uno de sus programas más comentados. Olga Moreno no convenció a todos, pero logró algo quizá más importante: contar su versión sin pedir perdón por existir.

Su historia con Agustín Etienne sigue bajo lupa. Su pasado seguirá siendo munición televisiva. Pero esta vez, Olga dejó claro que hay líneas que no está dispuesta a permitir que se crucen.

Y en un ecosistema mediático donde el ruido suele ganar al contenido, eso —para bien o para mal— también es una forma de poder.