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“¿En qué manos estamos?”. La pregunta, lanzada en directo, no fue retórica ni inocente. Fue el cierre de una reconstrucción milimétrica, casi quirúrgica, que dejó al líder del Partido Popular, Alberto Núñez Feijóo, atrapado en sus propias palabras. Una reconstrucción firmada por Silvia Intxaurrondo que ha vuelto a poner en primer plano uno de los episodios más oscuros de la tragedia de la DANA en Valencia: qué se sabía, cuándo se supo y quién decidió no actuar.

Una frase que lo cambia todo

Intxaurrondo no necesitó adjetivos gruesos ni consignas partidistas. Le bastó con leer, despacio y con precisión, una declaración textual de Feijóo pronunciada apenas 48 horas después de la catástrofe. El líder del PP aseguró entonces que Carlos Mazón, presidente de la Generalitat Valenciana, le había informado “en tiempo real” desde el día anterior a la DANA y que, ya el mismo martes de la tragedia, se temía que hubiera más personas fallecidas.

Esa frase, aparentemente anecdótica en su momento, se ha convertido ahora en una pieza clave de un puzle judicial que amenaza con derrumbar el relato político del Partido Popular.

La citación judicial que marca un antes y un después

La jueza que investiga la gestión de la DANA ha citado a Alberto Núñez Feijóo a declarar como testigo el próximo 9 de enero. No como acusado, no como imputado, sino como testigo. Pero en derecho, esa condición tiene una carga explosiva: obliga a decir la verdad.

La magistrada quiere saber exactamente qué información tenía Feijóo sobre la toma de decisiones aquel 29 de octubre, el día en que la riada dejó más de 230 víctimas mortales y miles de damnificados. Y quiere saberlo porque su versión pública choca frontalmente con la ofrecida por el propio Carlos Mazón.

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Dos relatos incompatibles

Aquí es donde la reconstrucción de Intxaurrondo se vuelve demoledora. Según los registros de llamadas aportados por Mazón —aunque no oficiales—, el contacto con Feijóo se habría producido a las 21:27, cuando la tragedia ya se había consumado y el número de víctimas era, al menos internamente, conocido.

Si eso es así, resulta imposible sostener que Mazón estuviera informando “en tiempo real” durante toda la jornada. Mucho menos que se estuviera anticipando a la magnitud de la catástrofe desde primera hora del día.

Como señalaron varios analistas en plató, solo hay tres posibilidades:

    Que Feijóo dijera la verdad y Mazón mintiera.
    Que Mazón dijera la verdad y Feijóo adornara o falseara su relato para defender a su barón.
    Que ambos mintieran.

En cualquiera de los tres escenarios, el problema político —y potencialmente judicial— es mayúsculo.

El peso de las víctimas

Intxaurrondo insistió en un punto clave que atraviesa toda la investigación: el conocimiento de la existencia de víctimas mortales. No es un detalle menor. Determinar a qué hora se supo que había fallecidos y quién tenía esa información es esencial para establecer responsabilidades.

Según declaraciones posteriores, miembros del Consell ya conocían la existencia de al menos una víctima mortal a primera hora de la tarde. Sin embargo, Mazón declaró en sede parlamentaria que no fue plenamente consciente de la magnitud de la tragedia hasta bien entrada la noche.

Feijóo, en cambio, afirmó públicamente que ya el martes se temía que hubiera más fallecidos. Una afirmación que, de confirmarse, implicaría que el presidente valenciano sabía mucho más de lo que luego reconoció.

La telaraña de Mazón

Uno de los conceptos que más se repitieron durante el análisis fue el de la “telaraña”. Feijóo, al intentar blindar políticamente a Mazón en los días posteriores a la DANA, habría quedado atrapado en un relato que hoy se vuelve contra él.

La estrategia política de entonces —defender la gestión autonómica y desplazar responsabilidades al Gobierno central— choca ahora con una estrategia judicial completamente distinta, en la que cada palabra pronunciada públicamente se convierte en una prueba potencial.

El factor decisivo: quién daba las órdenes

La jueza no investiga solo una cadena de llamadas. Investiga algo mucho más profundo: quién daba las órdenes reales durante la emergencia. Y aquí aparece una figura clave: el jefe de gabinete de Carlos Mazón.

Según diversas declaraciones y documentos incorporados a la causa, habría sido esta persona quien, en la práctica, filtraba llamadas, daba instrucciones y evitaba que determinadas informaciones llegaran directamente al presidente.

Este dato refuerza una hipótesis inquietante: que Mazón se desentendiera deliberadamente de la gestión operativa mientras otros tomaban decisiones en la sombra.

Feijóo, ante una jueza

Spanish People's party leader fails in bid to become prime minister – as it  happened | World news | The Guardian

Comparecer como testigo ante una jueza no es un trámite agradable para ningún dirigente político, y menos aún para el líder de la oposición. Feijóo no podrá escudarse en la retórica ni en el argumentario de partido. Tendrá que responder con precisión a preguntas muy concretas:

¿Cuándo habló exactamente con Carlos Mazón?
¿Por qué canales se comunicaron?
¿Qué le dijo Mazón sobre la existencia de víctimas?
¿A qué hora supo Feijóo que había fallecidos?

Cualquier contradicción con los registros, con otros testimonios o con sus propias declaraciones públicas podría tener consecuencias graves.

Un problema político de primer orden

En Génova insisten en que Feijóo colaborará con la justicia y entregará los mensajes que tenga. Pero el daño ya está hecho. La simple citación judicial ha reabierto una herida que el Partido Popular creía cerrada.

Desde el PSOE hablan abiertamente de un “problemón” para el líder del PP. Consideran que su intento de tapar la crisis con otras polémicas —como el supuesto fraude electoral en Extremadura— no es más que una cortina de humo.

La pregunta final

La reconstrucción de Silvia Intxaurrondo no condena, no acusa, no sentencia. Hace algo mucho más peligroso para el poder: ordena los hechos, confronta versiones y deja al descubierto las grietas del relato oficial.

Cuando todas las piezas se colocan sobre la mesa, la pregunta surge sola, inevitable, incómoda:

¿En qué manos estamos?

La respuesta, si llega, empezará a dibujarse el próximo 9 de enero, a las 9:30 de la mañana, en un juzgado de Catarroja. Y esta vez, no habrá espacio para medias verdades.