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Durante casi una década, una mentira repetida con micrófonos, platós y portadas fue suficiente para alterar un proceso electoral, dañar reputaciones y condicionar la vida política española. Hoy, nueve años después, el Tribunal Supremo pone negro sobre blanco lo que muchos denunciaron entonces: Eduardo Inda y OKDiario difundieron un bulo burdo sobre una supuesta cuenta en el extranjero de Pablo Iglesias. Y lo hicieron con plena conciencia de su falsedad.

La condena es clara: 18.000 euros de indemnización.
La pregunta incómoda es otra:
¿y el daño causado, quién lo paga?


Una mentira pequeña con consecuencias gigantes

La llamada “cuenta en Granadinas” nunca existió.
No hubo pruebas.
No hubo documentos reales.
No hubo contrastación periodística.

Hubo, eso sí, una maquinaria perfectamente engrasada.

Lo grave, como recuerda Pablo Iglesias, no fue que la noticia saliera en OKDiario, un digital de calidad cuestionable pero bien financiado por administraciones del Partido Popular.
Lo verdaderamente escandaloso fue que Antonio García Ferreras, desde La Sexta, le diera “una autopista” informativa sabiendo que la información era falsa.

Los audios filtrados por Villarejo no dejan lugar a dudas:
Ferreras calificó el bulo como “muy burdo”.
Y aun así, lo difundió.


Cuando el periodismo deja de informar y empieza a operar

Ese es el punto de quiebre.

Porque ya no hablamos de un pseudomedio sensacionalista.
Hablamos de televisión nacional, de influencia masiva, de agenda política.

Hablamos de periodismo convertido en instrumento de guerra política.

Iglesias lo resume con crudeza:

“La corrupción en el periodismo español no empieza ni termina con Inda”.

Y añade un detalle que incomoda todavía más:
Eduardo Inda, condenado por el Supremo, ha sido recibido por Felipe VI en Zarzuela.

Un periodista condenado por inventar una noticia que afectó a un proceso electoral.
Recibido por el jefe del Estado.

Ferreras responde a Pablo Iglesias tras sus críticas a los medios de  comunicación


Nueve años después: justicia tardía, reparación inexistente

“Os invito a cenar con la indemnización”, ironiza Iglesias.
La frase resume el problema estructural.

Porque cuando la justicia llega nueve años después, el castigo económico no repara:

la manipulación electoral

la demonización pública

el daño personal

la alteración del debate democrático

La mentira cumplió su función cuando importaba.
La sentencia llega cuando el escenario político ya ha cambiado.


Las cloacas no actúan solas

Uno de los puntos más incómodos del relato es este:
las cloacas no funcionan sin silencios cómplices.

Iglesias lo explica con una metáfora directa:

“Si a ti te dan una paliza y los que están alrededor no te defienden, no son los principales culpables, pero tampoco son inocentes”.

Durante años, muchos miraron hacia otro lado.
Algunos pensaron que esa guerra sucia beneficiaba a los suyos.
Otros creyeron que “mientras no me toque a mí, no es tan grave”.

Hasta que les tocó.


Mónica Oltra: el mismo patrón, distinto objetivo

El archivo —otra vez— de la causa contra Mónica Oltra confirma lo que muchos denunciaron desde el principio:
👉 no había indicios
👉 no hubo encubrimiento
👉 no existió delito

Y, sin embargo, su carrera política fue destruida.

Dimisión forzada.
Escarnio mediático.
Señalamiento personal.
Años de calvario judicial.

Todo para que, al final, la justicia diga lo obvio:
no había nada.

Mónica Oltra is considering leading a candidacy that surpasses Compromís.


La trampa del “la justicia funciona”

Aquí aparece uno de los debates más incómodos.

Algunos celebran los archivos judiciales diciendo:
“¿Ves? Al final la justicia funciona”.

Pero esa frase, como señalan varios analistas, es una mentira cínica.

Porque cuando la absolución llega después de:

perder el cargo

perder la reputación

perder la vida política

la reparación es imposible.

La justicia lenta también es injusta.


Medios, jueces y política: una red que se retroalimenta

El caso Iglesias–Inda y el caso Oltra comparten un mismo esquema:

Medio afín lanza acusación grave

Se genera ruido mediático masivo

Se judicializa el relato

Se destruye políticamente al objetivo

Años después, archivo o absolución

Para entonces, el daño ya está hecho.

Pablo Iglesias cumple 45: de profesor a vicepresidente para acabar como  azote mediático | Famosos


¿Quién responde por la manipulación electoral?

La pregunta clave sigue sin respuesta.

Porque una mentira difundida antes de unas elecciones no es un simple error periodístico.
Es una interferencia democrática.

Y cuando esa mentira se difunde:

sabiendo que es falsa

desde grandes altavoces

con intereses políticos claros

el problema deja de ser individual.
Es sistémico.


El silencio de Ferreras

Eduardo Inda ha sido condenado.
OKDiario ha sido condenado.

Pero Antonio García Ferreras, pieza clave en la difusión del bulo, permanece en silencio.

Sin disculpas.
Sin autocrítica.
Sin consecuencias visibles.

Ese silencio es, para muchos, la verdadera noticia.


La verdad siempre llega… pero llega tarde

La condena del Supremo es un triunfo moral para Pablo Iglesias.
También lo es para Mónica Oltra y para quienes denunciaron las cloacas cuando hacerlo tenía un coste altísimo.

Pero no es una victoria completa.

Porque en España sigue siendo posible:

mentir

manipular

destruir carreras

condicionar elecciones

y pagar un precio ridículo años después.

Y esa es la gran herida de nuestra democracia.

👉 Cuando la mentira sale gratis durante años, el problema no es solo el mentiroso, sino el sistema que lo protege.