Baltasar Garzón rompe su silencio sobre el juicio al exfiscal general y apunta al delito que “no se persiguió”.

 

 

 

 

El juez que fue inhabilitado por el Supremo por las escuchas de la ‘trama Gürtel’, en un proceso que la ONU resolvió que fue “arbitrario”, tiene algo que decir sobre la sentencia de García Ortiz. Y también sobre Miguel Ángel Rodríguez (MÁR).

 

 

 

 

 

 

Sin lugar a dudas, era uno de esos personajes públicos, o figuras clave del mundo jurídico, a los que muchos miraron cuando se esperaba conocer el sentido del fallo del juicio al exfiscal general del Estado Álvaro García Ortiz, que finalmente fue condenado a dos años de inhabilitación por revelación de secretos.

 

 

Se trata también de otra persona que fue inhabilitada en el ejercicio de su cargo, en este caso juez de la Audiencia Nacional, pero por el mismo Tribunal Supremo que consideró ilegales las escuchas que acorralaban a distintos implicados en la corrupta ‘trama Gürtel’. Sí, Baltasar Garzón.

 

 

 

Pero, el exmagistrado condenado hace 13 años ya tenía entonces una nítida sospecha de que años más tarde acabarían dándole la razón.

 

 

Lo hizo el Comité de Derechos Humanos de la ONU determinando que fue un juicio “arbitrario”.

 

 

No volvió a ser juez y ahora ejerce como abogado de personas como Julian Assange, el fundador de WikiLeaks.

 

En una entrevista de este lunes en El País, Garzón ha confirmado una odiosa comparación que había revoloteado en redes sociales y torturas desde que se conoció el fallo de García Ortiz -no, para la sentencia hubo que esperar 19 días-: “Imagino cómo se siente. Su proceso me recuerda al mío”.

 

 

Preguntado directamente por si cree que los argumentos que sostienen la condena acaban conformado una “mera sospecha” -el voto particular de las dos magistradas progresistas sostiene que así lo fue-, Garzón no ha dudado en señalar que así es, remarcando que aunque discrepa de la sentencia, la acata totalmente:

 

 

“Esa forma de redactar, la elucubración, no es propia de una sentencia. Inferir es presumir y aquí no hay base fáctica.

 

 

Tampoco puedes decir que tuvo que ser él o un colaborador porque entonces el colaborador tendría que estar identificado y encausado”.

 

 

 

 

Garzón, sobre MÁR: “No entiendo cómo no se persiguió de oficio ese delito”.

 

 

 

Pero Garzón también ha sido preguntado sobre una de las dudas que asalta a muchos de los que echaron en falta otra pata del proceso.

 

 

Del mismo proceso cuya chispa de los hechos radica en el enfrentamiento entre la Fiscalía General del Estado y Miguel Ángel Rodríguez -más conocido por las siglas de MÁR-, asesor de la presidenta de la Comunidad de Madrid.

 

 

 

“La causa generatriz de toda esta historia la pone en marcha el jefe de gabinete de la presidenta de la Comunidad de Madrid al falsear el contenido de ese correo con la intención de calumniar o injuriar al Ministerio Fiscal”, explica el exmagistrado de la Audiencia Nacional, para subrayar que “el bulo de Miguel Ángel Rodríguez era una calumnia y no entiendo por qué no se persiguió de oficio ese delito”.

 

 

“La justicia es al revés”.
Baltasar Garzón, sobre el proceso por el que se condenó al exfiscal general Álvaro García Ortiz.

 

 

 

Baltasar Garzón también indica que “el fiscal [García Ortiz] tenía la obligación de informar.

 

 

Además, la sentencia invierte la carga de la prueba. Llega a decirle al acusado que tenía que haber guardado los mensajes de su móvil.

 

 

La justicia es al revés”. Sobre un desenlace que muchos sospechaban que estaba escrito antes de pasar por sede judicial, Garzón también ha tenido palabras para el factor clave, la nota de prensa de la que el exfiscal general asumió toda responsabilidad desde el comienzo.

 

 

 

“Y si en la cabeza de los magistrados estaba ya utilizar la nota de prensa, desde el inicio del juicio tenían que haberse referido como hechos punibles tanto al correo como a la nota, porque introducirla al final produce indefensión.

 

 

Esa sentencia no tiene la condición de imparcialidad”, ha resuelto Baltasar Garzón. También, preguntado por el hecho de que parte de los jueces que le condenaron a él también hayan condenado a García Ortiz, el exmagistrado ha desvelado que creía que la sentencia sería otra:

 

 

 

“Después del juicio al fiscal, me dije: ‘Lo van a absolver porque, si no, sería la muerte de la justicia en España y yo dejaría de confiar en el Tribunal Supremo’”.

 

 

 

El caso de García Ortiz y la comparación con Garzón ponen de manifiesto la complejidad y las tensiones que existen en la justicia española.

 

 

 

La revelación de secretos, la gestión de pruebas, la influencia de la política y los medios, y la necesidad de proteger los derechos fundamentales de los acusados, son cuestiones que requieren un debate serio y constructivo.

 

 

La inversión de la carga de la prueba, la indefensión y la arbitrariedad en las sentencias son problemas que deben ser abordados para garantizar la confianza de los ciudadanos en el sistema judicial.

 

 

La entrevista a Garzón también revela su preocupación por el futuro de la justicia en España.

 

 

El exjuez insiste en que la imparcialidad y la objetividad deben ser los pilares fundamentales de cualquier proceso judicial.

 

 

Las sentencias basadas en sospechas, elucubraciones y presunciones no solo dañan la reputación de los implicados, sino que ponen en peligro la credibilidad del propio sistema.

 

 

Además, Garzón subraya la importancia de perseguir todos los delitos, independientemente de quién los cometa.

 

 

La impunidad de Miguel Ángel Rodríguez en la difusión del bulo es, para él, un ejemplo de cómo la justicia puede fallar en su misión de proteger la verdad y castigar la mentira.

 

 

La falta de acción ante hechos tan graves es una señal de alarma que debería movilizar a jueces, fiscales y legisladores.

 

 

En conclusión, el proceso contra Álvaro García Ortiz y las reflexiones de Baltasar Garzón nos invitan a pensar en la necesidad de una justicia más justa, transparente y comprometida con los principios democráticos.

 

 

 

Las comparaciones entre ambos casos no son casuales: reflejan una realidad en la que la arbitrariedad y la falta de garantías pueden convertir los juicios en meras sospechas, alejándose del objetivo de esclarecer la verdad y proteger los derechos de todos los ciudadanos.

 

 

 

La justicia, como bien dice Garzón, no puede funcionar al revés. Debe ser un instrumento al servicio de la sociedad, capaz de investigar, juzgar y sentenciar con rigor y equidad.

 

 

Solo así será posible recuperar la confianza perdida y garantizar que casos como los de Garzón y García Ortiz no se repitan en el futuro.

 

 

La lucha por una justicia digna y honesta continúa, y figuras como Baltasar Garzón seguirán siendo esenciales en ese camino.