Rosa Villacastín es clara como nunca sobre la sentencia al Fiscal General: “El mejor homenaje a Franco”.
La periodista dice que la condena a Álvaro García Ortiz es un “escándalo”.

La noticia de la condena al Fiscal General del Estado, Álvaro García Ortiz, por parte de la Sala II del Tribunal Supremo, ha sacudido el panorama político y mediático español, provocando una oleada de reacciones que atraviesan todos los sectores sociales.
Entre ellas, destaca la intervención de la periodista Rosa Villacastín, referente de la información y el análisis en nuestro país, que ha calificado la sentencia como “un escándalo” y ha vinculado el fallo judicial con la sombra persistente del franquismo y el descrédito de la justicia.
La intervención de Villacastín, que tuvo lugar en el programa “Directo al Grano” de La 1, presentado por Marta Flich y Gonzalo Miró, se produjo en un contexto especialmente significativo: el debate sobre el legado del franquismo y el papel de la monarquía en la España contemporánea.
Sin embargo, la actualidad judicial terminó por imponerse, y la periodista fue interpelada directamente sobre su visión de la condena a García Ortiz, que implica dos años de inhabilitación profesional y una multa de 7.200 euros por un delito de revelación de secretos contra Alberto González Amador, pareja de Isabel Díaz Ayuso, quien será indemnizado con 10.000 euros.
La sentencia del Supremo no solo sanciona al máximo responsable de la Fiscalía, sino que reabre viejas heridas y plantea interrogantes incómodos sobre la independencia judicial, la transparencia institucional y la relación entre poder y justicia.
Villacastín, con la claridad y contundencia que la caracteriza, no dudó en describir el fallo como “el mejor homenaje que algunos han podido hacer a Franco”, en referencia a la coincidencia de la fecha con el aniversario de la muerte del dictador y a la composición conservadora del tribunal.
La periodista recordó que “todos sabíamos, y además se ha demostrado, los periodistas lo han dicho por activa y por pasiva, pese a que no podían decir quién era su fuente, sabíamos que el Fiscal no ha hecho nada”.
Esta afirmación, lejos de ser una mera opinión, recoge el sentir de una parte importante de la profesión periodística, que considera que García Ortiz ha sido víctima de una maniobra política y judicial destinada a proteger a figuras clave de la oposición y a escarmentar a quienes se atreven a desafiar el statu quo.
La referencia de Villacastín al “novio de Ayuso”, que “se acaba de comprar un piso de 600.000 euros, con los 10.000 euros que le tiene que pagar el fiscal”, añade una dimensión de crítica social y política al caso.
Para la periodista, la indemnización impuesta por el Supremo no es solo una reparación de daños, sino un gesto simbólico que refuerza la narrativa de protección a los allegados de la presidenta madrileña, en un contexto marcado por la polarización y el enfrentamiento entre Gobierno y oposición.
La sentencia, además, ha sido recibida con escepticismo y preocupación por buena parte de la ciudadanía, que teme que el fallo siente un precedente peligroso para la libertad de información y el ejercicio de la función pública.
“Es un escándalo y un desprestigio para la justicia”, concluyó Villacastín, resumiendo el sentir de quienes ven en la condena un ataque directo a los valores democráticos y una muestra de la persistencia de viejas inercias en las instituciones españolas.
Uno de los aspectos más controvertidos del caso es el testimonio de los periodistas que participaron en el proceso judicial.
Según Villacastín y otros profesionales de la información, la filtración de datos sobre González Amador ya era conocida en los círculos mediáticos antes de que García Ortiz tuviera acceso al correo electrónico en cuestión.
Esta circunstancia, que debería haber exonerado al Fiscal General de cualquier responsabilidad penal, ha sido ignorada por el tribunal, que ha optado por una interpretación estricta de la ley y ha impuesto una sanción ejemplarizante.
La decisión del Supremo, en este sentido, pone en cuestión la protección de las fuentes periodísticas y el derecho a la información, pilares fundamentales de cualquier democracia avanzada.
La frustración de los periodistas, que ven cómo sus declaraciones han sido desestimadas, se suma a la indignación de quienes consideran que la sentencia responde más a intereses políticos que a criterios jurídicos objetivos.
La intervención de Rosa Villacastín en “Directo al Grano” no solo abordó la actualidad judicial, sino que la conectó con el debate sobre el franquismo y la memoria histórica.
La periodista sugirió que la condena a García Ortiz, dictada en una fecha tan simbólica, constituye una forma de “homenaje” involuntario a la cultura política y judicial heredada del franquismo, caracterizada por el autoritarismo, la falta de transparencia y la protección de los intereses de las élites.
Esta reflexión, lejos de ser anecdótica, invita a pensar en la necesidad de reformas profundas en el sistema judicial y en la importancia de preservar la independencia de las instituciones frente a las presiones políticas y mediáticas.
El caso García Ortiz, en este sentido, se convierte en un símbolo de la crisis de legitimidad que afecta a la justicia española y de la urgencia de fortalecer los mecanismos de control y rendición de cuentas.
La sentencia contra el Fiscal General del Estado abre un escenario de incertidumbre institucional y de profundo debate social.
García Ortiz aún dispone de recursos legales para intentar revertir el fallo, pero la división en el tribunal y la percepción de politización dificultan cualquier solución rápida o sencilla.
El proceso para nombrar a un nuevo Fiscal General, mientras tanto, se desarrolla en un clima de desconfianza y tensión, que amenaza con prolongar la crisis y alimentar el desencanto ciudadano.
La reacción de Rosa Villacastín, lejos de ser una mera opinión personal, refleja el sentir de miles de ciudadanos que exigen una justicia independiente, transparente y comprometida con los valores democráticos.
El caso García Ortiz, en última instancia, plantea preguntas fundamentales sobre el futuro de la democracia española y sobre la capacidad de las instituciones para responder a los desafíos del siglo XXI.
“No entiendo lo de la juventud de ahora”.
El día de la sentencia al FGE coincide con el 20N, 50 años después de la muerte de Franco en 1975.
En este sentido, Villacastín ha pronunciado que “no entiendo lo de la juventud de ahora, cómo pueden estar pensando en que una dictadura es mejor que una democracia”.
“Se supone que han estudiado, que están viviendo la libertad que se vive aquí, pese a que la señora Ayuso diga que esto es comunismo, pero aquí vivimos en una completa libertad, que se enganchen a eso, es que no lo puedo entender…”, ha concluido.
La condena al Fiscal General del Estado y la intervención de Rosa Villacastín en el debate público han puesto de manifiesto la necesidad de repensar el papel de la justicia en una sociedad plural y democrática.
El escándalo denunciado por la periodista no solo afecta a los protagonistas del caso, sino que interpela a todos los ciudadanos y llama a la acción colectiva para defender la independencia judicial, la libertad de información y la memoria histórica.
El futuro de España dependerá, en buena medida, de la capacidad de sus instituciones para aprender de los errores, superar las inercias del pasado y construir una justicia verdaderamente imparcial y accesible.
La sentencia del Supremo, lejos de cerrar el debate, lo abre de par en par y nos invita a participar en una conversación esencial para el porvenir de la democracia.
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