Cronología de las 24 horas vertiginosas que han detonado el cese de Alessandro Lequio en Mediaset.
El Televisero ha podido saber cómo han sido las últimas 24 horas en Mediaset y Unicorn Content en las que se ha fraguado el despido de Alessandro Lequio. Un cese de mutuo acuerdo entre el grupo y la productora que ya ha sido comunicado al colaborador.

La televisión española ha vivido una de sus jornadas más intensas y controvertidas en años.
El despido fulminante de Alessandro Lequio, colaborador histórico de Mediaset y rostro habitual de tertulias desde hace casi treinta años, ha detonado una ola de debate público que pone en cuestión los límites de la vida privada y la responsabilidad de los medios ante los testimonios de violencia machista.
En este reportaje, reconstruimos las últimas 24 horas que han marcado un antes y un después en la relación entre Lequio, Mediaset y Unicorn Content, y analizamos las implicaciones legales, sociales y mediáticas de un caso que no deja indiferente a nadie.
La chispa que encendió la mecha fue una entrevista publicada por Antonia Dell’Atte, exmujer de Lequio, en la que relataba con crudeza los episodios de violencia sufridos durante su matrimonio a finales de los años 80.
Sus palabras, recogidas por El País y verificadas por El Televisero, no solo removieron conciencias sino que obligaron a Mediaset y su productora asociada, Unicorn Content, a replantear su vínculo con el colaborador.
La reacción fue inmediata. Mientras la opinión pública se dividía entre el apoyo a Dell’Atte y la presunción de inocencia de Lequio, los despachos de la cadena y la productora se llenaron de incertidumbre.
¿Cómo actuar ante un testimonio tan grave y mediático? ¿Qué responsabilidad tiene una empresa audiovisual cuando uno de sus rostros más visibles es acusado públicamente de maltrato, aunque no haya condena judicial?
El giro definitivo llegó el martes 18 de noviembre, cuando el departamento jurídico de Mediaset recibió un auto judicial fechado en 2005 y emitido por un juzgado de Barcelona.
En ese documento, el juez desestimaba la demanda de Lequio contra Dell’Atte por injurias y calumnias, al considerar que existían indicios de maltrato y aplicar la exceptio veritatis, una figura legal que exime de responsabilidad penal si lo declarado es veraz.
Este auto, desconocido hasta entonces por Mediaset y Unicorn Content, fue trasladado por el equipo legal de Dell’Atte a la sede de la cadena.
La revelación de que existía respaldo judicial a las acusaciones de la modelo fue determinante.
Aunque nunca ha habido condena por maltrato contra Lequio, el hecho de que la justicia reconociera la existencia de indicios de violencia supuso un golpe de efecto que aceleró los acontecimientos.
Las horas siguientes fueron frenéticas. Los directivos de Mediaset, liderados por Alessandro Salem, convocaron reuniones urgentes con el equipo legal y con representantes de Unicorn Content, la productora presidida por Ana Rosa Quintana y con la que Lequio mantenía contrato.
La pregunta era clara: ¿debía la cadena desvincularse de un colaborador histórico ante la aparición de un documento judicial que avalaba las acusaciones de maltrato?
Fuentes internas aseguran que la decisión no fue impuesta por el departamento jurídico de Mediaset, sino fruto de un consenso entre ambas partes.
Unicorn Content, que tampoco tenía constancia del auto hasta ese momento, valoró la gravedad del caso y optó por no oponerse a la resolución de la cadena. El despido de Lequio se fraguó como una medida de mutuo acuerdo, sin presiones externas ni imposiciones legales.
La culminación de este proceso llegó en la tarde del miércoles 19 de noviembre. Los directivos de Unicorn Content contactaron con Lequio para informarle de su cese definitivo e inmediato.
A partir de ese instante, se iniciaron los trámites para formalizar la desvinculación contractual, poniendo fin a una relación profesional que había marcado época en la televisión española.
La noticia, difundida por El Televisero y confirmada por otros medios de referencia, desató una oleada de reacciones en redes sociales y en la prensa especializada.
¿Es justo que una empresa prescinda de un trabajador por acusaciones no condenadas judicialmente? ¿Debe primar la protección de la imagen pública y el compromiso con la lucha contra la violencia machista por encima de la presunción de inocencia?
El caso Lequio pone sobre la mesa una cuestión de fondo: el papel de los medios en la gestión de testimonios de violencia de género y la responsabilidad de las empresas ante situaciones que, aunque no hayan culminado en condena, sí cuentan con respaldo judicial en forma de indicios.
Para muchos, la decisión de Mediaset y Unicorn Content representa un avance en la sensibilidad social hacia la violencia machista y la protección de las víctimas. Para otros, supone un peligroso precedente que puede abrir la puerta a despidos por motivos extrajudiciales.
El debate no es nuevo, pero sí cobra especial relevancia en el contexto actual, donde la presión social y mediática obliga a las empresas a posicionarse de manera clara ante casos de violencia de género.
La pregunta que muchos se hacen es si la televisión debe ser un reflejo fiel de la sociedad o si debe asumir un papel activo en la defensa de valores éticos, incluso a costa de sacrificar trayectorias profesionales consolidadas.
Alessandro Lequio, aristócrata italiano afincado en España, ha sido durante décadas uno de los tertulianos más reconocidos y polémicos del país. Su estilo directo, su capacidad para generar titulares y su presencia constante en programas como “El programa de Ana Rosa” le han convertido en un personaje mediático de primer orden.
Su despido no solo supone la pérdida de un colaborador histórico, sino que marca un punto de inflexión en la política de Mediaset respecto a la gestión de crisis reputacionales.
La cadena, que en los últimos años ha reforzado su compromiso con la lucha contra la violencia de género, ha optado por una postura firme ante la aparición de indicios judiciales, aunque no existan condenas.
Esta decisión, aplaudida por algunos sectores y criticada por otros, evidencia la tensión entre la protección de la imagen pública y el respeto a los derechos individuales.
No puede entenderse el caso Lequio sin el testimonio de Antonia Dell’Atte, modelo y presentadora italiana que ha hecho de la denuncia de la violencia machista una bandera personal.
Su entrevista, cargada de dolor y reivindicación, ha servido para visibilizar una realidad que sigue siendo tabú en muchos ámbitos.
El respaldo judicial a sus palabras, aunque limitado a la existencia de indicios, ha dado fuerza a su relato y ha puesto en evidencia la dificultad de demostrar el maltrato en los tribunales.
Dell’Atte, lejos de buscar venganza, ha reivindicado la necesidad de proteger a las víctimas y de romper el silencio que rodea a la violencia de género.
Su testimonio ha abierto un debate sobre la responsabilidad de los medios y el papel de las empresas en la protección de las mujeres, más allá de las sentencias judiciales.
La salida de Lequio marca un antes y un después en la política de Mediaset y en la gestión de crisis reputacionales en la televisión española.
La cadena, consciente del impacto mediático y social de su decisión, ha optado por una postura de tolerancia cero ante la violencia de género, aunque ello suponga la pérdida de uno de sus colaboradores más emblemáticos.
El caso abre la puerta a una reflexión profunda sobre los límites de la presunción de inocencia en el ámbito mediático y la responsabilidad de las empresas ante situaciones de especial gravedad.
¿Debe la televisión esperar a una condena judicial para actuar, o basta con la existencia de indicios respaldados por la justicia? ¿Dónde está el equilibrio entre la protección de la imagen pública y el respeto a los derechos individuales?
Las 24 horas que han culminado en el despido de Alessandro Lequio son mucho más que una anécdota televisiva.
Son el reflejo de una sociedad que exige respuestas claras ante la violencia de género y que reclama a los medios un compromiso real con la protección de las víctimas.
El caso, lejos de cerrarse con la salida de Lequio, abre un debate público sobre la responsabilidad de las empresas, el valor del testimonio y los límites de la presunción de inocencia.
La televisión, como espejo de la sociedad, debe asumir el reto de gestionar con sensibilidad y firmeza los casos de violencia machista, sin caer en el linchamiento mediático ni en la indiferencia.
El futuro dirá si la decisión de Mediaset y Unicorn Content marca el inicio de una nueva era en la gestión de crisis reputacionales, o si se trata solo de un episodio más en la larga historia de la televisión española.
Mientras tanto, el caso Lequio seguirá siendo objeto de debate, análisis y reflexión, en un país que busca construir una sociedad más justa y comprometida con la igualdad.
Porque, al final, la televisión no solo entretiene: también educa, denuncia y transforma.
Y en esa tarea, cada decisión cuenta.
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