BOMBAZO “ESTALLA REBELIÓN CONTRA FEIJÓO” SILVIA INTXAURRONDO DESTAPA GUERRA INTERNA BARONES DEL PP.

 

 

 

 

 

 

La política española atraviesa una de sus etapas más convulsas y decisivas tras las elecciones autonómicas de Extremadura.

 

 

Lo que parecía una victoria clara para el Partido Popular se ha transformado en un triunfo agridulce, marcado por el auge de Vox y la necesidad de repensar estrategias en todas las filas.

 

 

El resultado ha hecho saltar las alarmas tanto en Génova como en las sedes regionales, y obliga a todos los actores a analizar en profundidad los errores cometidos y los desafíos que se avecinan en los próximos ciclos electorales de Aragón, Castilla y León y Andalucía.

 

 

En el seno del Partido Popular, la satisfacción inicial por la victoria se ha visto rápidamente ensombrecida por la creciente preocupación que genera el avance de la ultraderecha.

 

 

Los varones regionales y la dirección nacional han comenzado a plantear dudas sobre la estrategia seguida por María Guardiola y Génova, convencidos de que se han cometido errores que podrían repetirse si no se corrigen a tiempo.

 

 

La campaña de Guardiola, caracterizada por su baja exposición mediática y su enfrentamiento directo con Vox, ha dejado al partido en una posición delicada: ahora se ve obligado a negociar con una formación que ha salido reforzada y que exige un precio más alto por su apoyo.

 

 

 

Las voces críticas dentro del PP reconocen dos cosas: se infravaloró a Vox y se cometieron errores de cálculo en la campaña. Aunque públicamente se aplaude a Guardiola, en privado se admite que su estrategia fue insuficiente para frenar el avance de la ultraderecha.

 

 

El resultado es una situación en la que Vox, lejos de debilitarse, ha consolidado su posición y ahora se convierte en un socio imprescindible para formar gobierno en Extremadura y, potencialmente, en otras comunidades.

 

 

 

Juanma Moreno Bonilla, presidente de la Junta de Andalucía, ha sido claro en su análisis: mientras Pedro Sánchez siga en la presidencia del Gobierno, Vox continuará creciendo.

 

 

Según Moreno, la ultraderecha se retroalimenta del sanchismo y solo empezará a perder fuerza cuando asuma responsabilidades de gobierno y se desgaste ante la ciudadanía.

 

 

Para él, la entrada de Vox en los ejecutivos autonómicos es necesaria para que la población vea que sus políticas no siempre son viables y que la gestión desgasta a los partidos que la ejercen.

 

 

Además, insiste en que la tendencia al crecimiento de Vox será generalizada si no se produce un cambio de ciclo político.

 

 

En Aragón, Jorge Azcón, presidente de la comunidad, ha descartado cualquier pacto con el Partido Socialista, al que acusa de estar “inundado de corrupción y acoso sexual”.

 

 

Azcón, como otros varones del PP, se muestra firme en su rechazo a acuerdos con el PSOE, lo que complica aún más la gobernabilidad y obliga a los populares a buscar entendimientos con Vox, pese a las reticencias internas.

 

 

La fragmentación dentro del Partido Popular es palpable. Mientras algunos defienden la necesidad de permitir que Vox entre en los gobiernos para que su gestión les desgaste, otros apuestan por gobiernos en solitario y por una estrategia más combativa en campaña, con entrevistas, debates y confrontación directa con los candidatos socialistas.

 

 

La falta de consenso sobre cómo afrontar el auge de Vox y la dependencia de sus votos para formar gobierno refleja una crisis interna que podría agravarse en los próximos procesos electorales.

 

 

Por otro lado, desde el Partido Socialista, la lectura del resultado extremeño es igualmente autocrítica.

 

 

La abstención de la izquierda ha sido determinante en el ascenso de la ultraderecha y ha dejado al PSOE en una posición de debilidad.

 

 

La dimisión de Miguel Ángel Gallardo y la formación de una gestora para liderar el partido en Extremadura son síntomas de la necesidad de renovación y reflexión.

 

 

La portavoz socialista, Monsínguez, subraya que la decisión sobre apoyar o no la investidura de María Guardiola dependerá de la militancia, que será consultada antes de tomar cualquier postura definitiva.

 

 

Monsínguez insiste en que el PSOE sale a ganar en los próximos procesos electorales y que la movilización del electorado de izquierdas es esencial para frenar el avance de Vox.

 

 

La estrategia socialista pasa por escuchar a la ciudadanía, movilizar a los abstencionistas y convencerles de que solo el voto al PSOE puede evitar la involución y la pérdida de derechos que, según ellos, representa la ultraderecha.

 

 

 

En cuanto a los pactos de investidura, la portavoz socialista recuerda que el PP nunca planteó la abstención cuando Fernández Vara ganó las elecciones, y que los populares siempre han preferido pactar con Vox antes que buscar acuerdos con el PSOE.

 

 

Esta normalización de la ultraderecha, según Monsínguez, es una excepción en Europa y una muestra de que Feijóo está dispuesto a asumir cualquier precio por el poder.

 

 

La situación en Extremadura es ahora incierta. Guardiola ha ganado en votos y escaños, pero no ha conseguido la mayoría absoluta ni alejarse de Vox, lo que la obliga a negociar desde una posición de debilidad.

 

 

El precio de la investidura ha subido y la dependencia de Vox es mayor que nunca.

 

 

El PSOE extremeño, por su parte, se enfrenta a un proceso de renovación interna y a la necesidad de decidir, junto a la militancia, cuál será su postura ante la investidura y los próximos presupuestos.

 

 

En este contexto, la preocupación por el futuro de otras comunidades autónomas es creciente.

 

 

En Andalucía, Moreno Bonilla advierte que un Vox fuerte le aleja de la mayoría absoluta y que solo cuando la ultraderecha asuma responsabilidades y se desgaste en la gestión, comenzará a perder apoyo.

 

 

En Aragón, Azcón rechaza cualquier pacto con el PSOE y se prepara para una campaña mucho más dura y confrontativa, consciente de que el ciclo electoral puede marcar el futuro del partido en la región.

 

 

La estrategia del Partido Popular de atribuir el crecimiento de Vox exclusivamente al sanchismo ha sido criticada por analistas políticos, que consideran que es una renuncia a la autocrítica y a la capacidad de influir en el electorado.

 

 

La idea de que el PP no puede hacer nada para frenar a Vox y que todo depende de la salida de Sánchez es vista como un “canto a la impotencia” por parte de algunos observadores, que insisten en que los populares deben asumir su responsabilidad y buscar alternativas para recuperar la hegemonía sin depender de la ultraderecha.

 

 

 

Mientras tanto, el Partido Socialista se prepara para un proceso de reflexión y renovación interna, convencido de que solo la movilización de la izquierda puede frenar el avance de Vox y evitar que el PP dependa de la ultraderecha para gobernar.

 

 

La formación de una gestora en Extremadura y la consulta a la militancia sobre los pactos de investidura y presupuestos son señales de un cambio de rumbo y de una apuesta por la democracia interna y la participación.

 

 

En el ámbito nacional, el gobierno de Pedro Sánchez afronta la presión de sus socios y la necesidad de mantener la cohesión en un momento de máxima tensión política.

 

 

Los cambios en el Consejo de Ministros, con la incorporación de Milagros Tolón como ministra de Educación y Elma Saiz como portavoz del ejecutivo, buscan reforzar el perfil del gobierno y responder a las demandas de renovación y eficacia.

 

 

La relación con Sumar, aunque sólida según los portavoces socialistas, se enfrenta a desafíos importantes, especialmente tras las últimas reuniones y los cambios en el gabinete.

 

 

Las medidas económicas del gobierno, como la revalorización de las pensiones, el aumento del sueldo de los funcionarios públicos y la subida del salario mínimo interprofesional, son presentadas como logros que demuestran la capacidad de gestión del ejecutivo de progreso frente a la derecha.

 

 

Los socialistas insisten en que el balance económico es positivo y que el PP no puede contrarrestar los datos con argumentos sólidos, lo que refuerza su posición de cara a los próximos procesos electorales.

 

 

En conclusión, la política española vive un momento de máxima tensión y transformación.

 

 

El auge de Vox, la fragmentación interna del Partido Popular y la necesidad de renovación en el Partido Socialista marcan el inicio de una nueva etapa en la que todos los actores están obligados a repensar sus estrategias y a buscar alternativas para afrontar los desafíos que se avecinan.

 

 

La movilización de la ciudadanía, la capacidad de autocrítica y la búsqueda de consensos serán claves para determinar el futuro del país y para evitar que la polarización y la confrontación se conviertan en la norma.

 

 

España observa con atención cada movimiento, cada declaración y cada decisión.

 

 

El futuro de la democracia, la gobernabilidad y los derechos sociales está en juego, y los próximos meses serán decisivos para definir el rumbo del país.

 

 

La historia se escribe día a día, y el desenlace dependerá de la capacidad de los partidos para adaptarse, innovar y responder a las demandas de una sociedad cada vez más exigente y consciente del valor de su voto.