REPASO DESCOMUNAL de Ayuso a la Portavoz del PSOE.

 

 

 

 

 

 

 

Crisis sanitaria y enfrentamiento político en Madrid: la privatización, las listas de espera y el modelo Ayuso bajo el foco.

 

 

 

En la Asamblea de Madrid, el debate sobre la sanidad pública ha escalado hasta convertirse en el epicentro de la confrontación política más dura entre el gobierno de Isabel Díaz Ayuso y la oposición.

 

 

Las acusaciones de privatización, deterioro de la atención y connivencia con grandes empresas como Quirón han marcado los últimos meses, y el último pleno ha sido el reflejo más claro de una crisis que trasciende lo sanitario para convertirse en un símbolo de la gestión política en la Comunidad.

 

 

 

La portavoz socialista, Mar Espinar, ha denunciado con dureza la situación de la sanidad madrileña: listas de espera que crecen intencionadamente, paritorios sin urgencias, órdenes de reutilizar material desechable, instrucciones para desinfectar instrumental en casa.

 

 

“Es Venezuela, no es Torrejón. Es en lo que usted quiere convertir Madrid”, ha espetado a Ayuso, acusando a la presidenta de entregar la sanidad pública al interés privado y de transformar a los pacientes en clientes.

 

 

Para Espinar, la degradación no es causal, sino parte de una estrategia para desmantelar lo público y favorecer los negocios personales del entorno de Ayuso. “Con nuestros derechos hace sus negocios.

 

 

Por eso tiene a Quirón sentado en el Consejo de Gobierno y en el sofá de su casa”, ha dicho, refiriéndose a la relación entre el grupo sanitario y la pareja de Ayuso, que, según las últimas investigaciones, sigue operando para Quirón con una identidad falsa.

 

 

 

La crítica va más allá de la gestión presupuestaria. Espinar ha señalado que mientras la calidad de la sanidad pública se hunde, Ayuso y “la panda de golfos que le rodea” viven en la opulencia, beneficiados por contratos millonarios que superan con creces lo presupuestado.

 

 

Más de 5.000 millones entregados a Quirón, el principal cliente de la pareja de Ayuso, y pactos bajo cuerda para pagar más de 2.000 millones a Ribera Salud y Quirón, según la portavoz socialista.

 

 

“Las listas de espera matan, pero a usted eso le importa una hija, porque usted no está aquí para hacer política, sino para hacer negocio, como hizo su hermano y su pareja durante la pandemia”.

 

 

La respuesta de Ayuso ha sido escueta y rotunda: “El modelo sanitario funciona. Gracias”.

 

 

Una frase que ha generado aplausos entre sus filas, pero que ha provocado la réplica inmediata de Espinar, quien ha acusado a la presidenta de tomar por tontos a los madrileños y de firmar los negocios sanitarios más escandalosos.

 

 

“Por eso paga un 125% más a Quirón de lo que presupuesta, por eso pacta bajo cuerda que va a pagar más de 2.000 millones a Ribera Salud y a Quirón”, ha insistido, subrayando la diferencia entre la realidad de los hospitales y la versión oficial del gobierno.

 

 

 

El debate ha derivado hacia la responsabilidad política y la justicia. Espinar ha exigido reparación y transparencia para los familiares de las víctimas de la pandemia, reclamando que se conozcan los protocolos que permitieron la exclusión de pacientes y que los altos cargos acudan a la justicia cuando sean reclamados.

 

 

“Es fundamental conocerlo para no repetirlo”, ha afirmado, preguntando a Ayuso qué hará con los pacientes que no sean rentables y recordando la polémica sobre la exclusión de mujeres madrileñas en los protocolos de atención.

 

 

 

La intervención de Ayuso ha girado el foco hacia el gobierno central, acusando al Ejecutivo de Sánchez de ser el primero en contratar con Quirón y de aumentar hasta un 40% la cápita de Muface para garantizar la salida privada de los funcionarios.

 

 

 

“Pobrecillos funcionarios que poco les quieren”, ha ironizado, recordando la huelga histórica de médicos contra el gobierno central y señalando que el modelo de sanidad público-privada está extendido en Correos, el SEPE y el Ministerio de Defensa.

 

 

Ayuso ha defendido la calidad de los hospitales de Quirón, destacando que cinco de los mejores están en Cataluña, y ha acusado a los socialistas de haber sido los primeros en defender el modelo privado en Andalucía y Cataluña.

 

 

 

El enfrentamiento ha alcanzado un tono personal y político, con Ayuso acusando a la portavoz socialista de estar obsesionada con su figura y de vivir del feminismo de pancarta.

 

 

Ha criticado la gestión socialista de los casos de acoso sexual en la Moncloa y ha cuestionado la legitimidad de Espinar como portavoz, recordando que fue designada “a dedo” por los “machistas de la Moncloa”.

 

 

“¿Cómo puede ser usted tan dócil como mujer ante los episodios de acoso sexual en la Moncloa?”, ha preguntado, acusando a la oposición de no defender a las mujeres ni valorar el trabajo realizado.

 

 

 

El debate en la Asamblea refleja la profunda división sobre el modelo sanitario madrileño.

 

 

Para la oposición, la privatización y la externalización han convertido la salud en un negocio, deteriorando la calidad de la atención y dejando a los pacientes en manos de intereses privados.

 

 

La denuncia sobre la relación entre Ayuso, Quirón y la gestión de los fondos públicos es el eje de la crítica, alimentada por las investigaciones periodísticas que han destapado la doble identidad de la pareja de la presidenta y los contratos millonarios con grupos privados.

 

 

 

Para Ayuso y su gobierno, el modelo funciona y la sanidad madrileña es de las mejores del mundo. La presidenta defiende la colaboración público-privada como garantía de calidad y eficiencia, y acusa a la oposición de hipocresía por haber impulsado modelos similares en otras comunidades.

 

 

El enfrentamiento se traslada al terreno personal, con acusaciones cruzadas sobre la gestión de la pandemia, el trato a las mujeres y la legitimidad política de los portavoces.

 

 

 

La crisis sanitaria en Madrid es, en realidad, el reflejo de una batalla ideológica sobre el futuro de los servicios públicos.

 

 

Las listas de espera, los protocolos de exclusión, la relación con grandes empresas y la gestión presupuestaria son solo la superficie de un conflicto más profundo: el modelo de sociedad y el papel del Estado en la protección de los derechos fundamentales.

 

 

La sanidad pública, convertida en campo de batalla, es el espejo de una política cada vez más polarizada, donde la transparencia, la rendición de cuentas y la defensa del interés común se enfrentan a la lógica del negocio y la privatización.

 

 

 

La ciudadanía asiste a este enfrentamiento con preocupación, viendo cómo la calidad de la atención se resiente mientras el debate político se encona y las soluciones parecen lejanas.

 

 

La exigencia de reparación y justicia para las víctimas de la pandemia, la denuncia de la opacidad en la gestión y la demanda de explicaciones sobre los contratos millonarios son las claves de un debate que seguirá marcando la agenda política madrileña en los próximos meses.

 

 

 

La sanidad pública de Madrid está en el centro del huracán. El modelo Ayuso, la privatización y la relación con grandes empresas como Quirón son el eje de una crisis que trasciende lo sanitario para convertirse en el símbolo de una gestión política que, para muchos, ha puesto el negocio por encima de los derechos.

 

 

El futuro de la sanidad madrileña dependerá de la capacidad de la política para responder a las demandas de transparencia, eficiencia y equidad, y de la voluntad de los responsables públicos para poner el interés común por delante de los intereses privados. La batalla está abierta, y la ciudadanía exige respuestas.