Jaime de los Santos tira de chulería ante Susana Díaz para defender las palabras de Feijóo sobre los andaluces: “Deja de hiperventilar”.

 

 

 

 

Durante la cena navideña del PP, Feijóo bromeó con que “los andaluces no saben contar”.

 

 

 

 

 

 

La cena navideña del Partido Popular, que tradicionalmente sirve como espacio para la distensión y la camaradería entre sus dirigentes y afiliados, se ha convertido este año en el epicentro de una polémica nacional que trasciende lo anecdótico y pone en evidencia las tensiones latentes en la política española.

 

 

Todo comenzó con un comentario de Alberto Núñez Feijóo, líder del PP, que durante su intervención en tono humorístico y mientras ensalzaba las virtudes de su tierra gallega, soltó una frase desafortunada: “los andaluces no saben contar”.

 

 

Lo que podría haber quedado como una broma privada entre compañeros, rápidamente se viralizó y generó una ola de indignación pública que alcanzó no solo a los ciudadanos andaluces, sino también a figuras de la cultura, el periodismo y la política.

 

 

 

Las palabras de Feijóo no tardaron en provocar una reacción en cadena. Las redes sociales se llenaron de mensajes de rechazo, muchos de ellos recordando otros episodios en los que Andalucía ha sido objeto de chistes y comentarios despectivos por parte de políticos de distintas tendencias.

 

 

La polémica se amplificó aún más cuando desde Génova, sede nacional del PP, no solo no hubo rectificación ni disculpa pública, sino que el vicesecretario de Educación e Igualdad, Jaime de los Santos, salió en defensa de su líder con una actitud desafiante y, para muchos, arrogante.

 

 

 

El debate llegó a la televisión, concretamente al programa “Todo es mentira”, donde Susana Díaz, expresidenta de la Junta de Andalucía y una de las voces más reconocidas del socialismo andaluz, denunció que “llueve sobre mojado”.

 

 

Díaz recordó que los chistes a costa de los andaluces son reiterados y que, lejos de ser condenados, suelen ser aplaudidos y celebrados entre los dirigentes populares.

 

 

“Siempre acabamos siendo motivo de mofa, de chusmeo y cachondeo. Ya me tiene harta. Y siempre, además, los dirigentes del PP”, lamentó.

 

 

La política socialista también criticó que otros políticos, como Gabriel Rufián, recurrieran a bromas sobre los andaluces, reforzando un estigma que considera clasista y soberbio.

 

 

La intervención de Jaime de los Santos en el debate televisivo fue especialmente polémica.

 

 

Lejos de mostrar empatía o reconocer el error, tachó la reacción de Susana Díaz de “hiperventilación”, minimizando el impacto de los estereotipos y defendiendo el humor como algo inofensivo.

 

 

“He crecido con los chistes de mariquitas y no hiperventilo”, espetó, a lo que Díaz replicó preguntando qué justificaba esa actitud.

 

 

El popular insistió en que no había motivo para hacer un “drama” y dirigió sus críticas al PSOE, acusando a María Jesús Montero de reírse de Andalucía y señalando que “los que tienen que aprender a contar son los de tu partido en Andalucía, que no hacéis más que perder escaños”.

 

 

 

La tensión fue palpable cuando Díaz, manteniendo la calma, reprochó la actitud de De los Santos y la defensa cerrada de Feijóo: “No me faltes que no hiperventilo, bastante comedida soy para lo que he dicho.

 

 

Entiendo que tú justificas a tu jefe, pero tu jefe ha cometido el mismo error”. Para la política socialista, el problema va más allá del chiste: “Cuando me tocan a mi tierra y me pinchan, sangro. Estoy cansada del clasismo de la derecha mirando a Andalucía”.

 

 

 

Este episodio mediático refleja un debate de fondo sobre el trato que reciben ciertas regiones en el discurso político y mediático español.

 

 

Andalucía, históricamente objeto de estereotipos sobre su cultura, educación y capacidad intelectual, vuelve a ser el blanco de bromas que, para muchos, perpetúan una visión clasista y discriminatoria.

 

 

Las palabras de Feijóo, aunque en tono de broma, han reabierto el debate sobre la responsabilidad de los líderes políticos en la construcción de una imagen justa y respetuosa de todas las comunidades autónomas.

 

 

El episodio evidencia la dificultad de erradicar clichés y prejuicios en la política española.

 

 

La defensa de Feijóo por parte de sus colaboradores, lejos de apaciguar la controversia, la ha intensificado, mostrando la falta de sensibilidad ante una cuestión que para los andaluces no es menor.

 

 

La respuesta de Susana Díaz, firme pero comedida, pone de manifiesto el hartazgo de una comunidad que siente que siempre está bajo el escrutinio y la burla del poder central.

 

 

En el trasfondo de este debate, subyace una cuestión histórica y social: el peso de los estereotipos en la construcción de la identidad nacional y la perpetuación de desigualdades.

 

 

Andalucía ha sido, durante décadas, objeto de una mirada paternalista y, en ocasiones, despreciativa por parte de ciertos sectores políticos y mediáticos.

 

 

Los chistes sobre el acento, la supuesta falta de educación o capacidad intelectual, y la imagen de una tierra de fiesta y poca productividad, han alimentado un imaginario colectivo que, aunque cada vez más contestado, sigue presente en la vida pública.

 

 

 

La polémica suscitada por Feijóo ha servido para recordar que el humor en política tiene límites y que los estereotipos, lejos de ser inofensivos, pueden perpetuar desigualdades y resentimientos.

 

 

El debate abierto tras la cena navideña del PP invita a una reflexión colectiva sobre cómo queremos construir el relato nacional y qué papel deben jugar los líderes en la defensa del respeto y la igualdad entre todos los territorios.

 

 

Andalucía, una vez más, exige ser tratada con dignidad y sin prejuicios, y la política española tiene ante sí el reto de superar el clasismo y apostar por un discurso integrador y respetuoso.

 

 

En definitiva, la crisis generada por el comentario de Feijóo y la posterior reacción de sus colaboradores ha puesto de manifiesto la necesidad de avanzar hacia una política más sensible, inclusiva y respetuosa con la diversidad territorial.

 

 

Los líderes políticos tienen la responsabilidad de promover el entendimiento y el respeto mutuo, evitando caer en la tentación de recurrir a estereotipos que solo sirven para dividir y perpetuar viejas heridas.

 

 

Andalucía, con su riqueza cultural, histórica y humana, merece ser reconocida y valorada en igualdad de condiciones, y el conjunto de la sociedad española debe asumir el reto de construir un país donde la diversidad sea motivo de orgullo y no de burla.