INSÓLITO: SUSPENDEN LA COMISIÓN POR LOS INSULTOS Y FALTONERÍA DE SANTOS CERDÁN 😱¡ACABAN A GRITOS!.

 

 

 

 

 

 

La comparecencia de Santos Cerdán ante el Senado: silencio, acusaciones y el retrato de una crisis institucional.

 

 

 

La sesión parlamentaria celebrada en el Senado esta semana, con la comparecencia de Santos Cerdán, exsecretario de organización del PSOE y figura clave en la política nacional de los últimos años, ha puesto de manifiesto la profundidad de la crisis institucional que atraviesa España.

 

 

 

En un ambiente tenso, marcado por la expectación mediática y la presencia de los principales grupos parlamentarios, el interrogatorio liderado por el senador Camps del Partido Popular se convirtió en un ejercicio de fiscalización política, donde el silencio de Cerdán fue tan elocuente como las preguntas que se le formularon.

 

 

 

Desde el inicio de la sesión, la atmósfera era diferente a la de anteriores comparecencias. Camps recordó cómo, en ocasiones previas, Cerdán había llegado escoltado por la cúpula socialista, simbolizando el cierre de filas y el respaldo del partido.

 

 

Sin embargo, esta vez, el exdirigente llegó solo, sin la protección visual ni política de su formación.

 

 

Este detalle, lejos de ser anecdótico, marcó el tono de la sesión: el paso de la protección partidista al aislamiento del investigado.

 

 

El senador Camps no tardó en subrayar la diferencia entre aquella entrada multitudinaria y la soledad actual de Cerdán, señalando que la investigación ha cambiado de naturaleza.

 

 

Ya no se trata de escuchar una versión, sino de confrontar hechos, documentos, informes y detenciones que han alterado el marco de la causa.

 

 

“La soledad del abandonado, la soledad del caído en desgracia, la soledad del encausado”, resumía Camps, mientras Cerdán, lejos de ofrecer explicaciones, se limitaba a contestar lo justo, guiado por su abogado y por el consejo de guardar silencio para protegerse.

 

 

 

El interrogatorio se centró en los grandes ejes de la investigación: la presunta pertenencia a organización criminal, cohecho, tráfico de influencias y el papel de Cerdán en la trama de adjudicaciones de obra pública y cobro de comisiones ilegales.

 

 

Camps insistió en la necesidad de respuestas claras, recordando las promesas previas de Cerdán de dar explicaciones “a su debido tiempo”.

 

 

“Ese debido tiempo es hoy”, sentenciaba el senador, pero el exsecretario socialista optó por el silencio o por respuestas evasivas, escudándose en su derecho como imputado y en la estrategia de defensa.

 

 

 

Uno de los momentos más significativos de la sesión fue el repaso de la relación entre Cerdán y Coldo García, su antiguo colaborador y figura central en la trama investigada.

 

 

Camps reconstruyó la trayectoria conjunta, desde Navarra —presentada como el laboratorio donde se mezclaron política, empresa y favores— hasta el salto al poder nacional, con la llegada de Sánchez a la presidencia y la consolidación de un esquema de influencia y adjudicaciones.

 

 

El senador exigió detalles sobre el papel de Coldo, sobre el ascenso de un “chico de los recados” a hombre de confianza y sobre los viajes compartidos en campaña, señalando que tres de los cuatro protagonistas de aquellos desplazamientos están hoy encausados o han pasado por prisión.

 

 

 

El silencio de Cerdán ante preguntas sobre reuniones, adjudicaciones y contratos fue interpretado por Camps como una confesión política.

 

 

“Su silencio de por sí ya es una confesión”, afirmó, mientras enumeraba los hechos conocidos: custodia de avales, organización de seguridad, acompañamiento en desplazamientos y la transformación de una relación personal en una estructura de poder.

 

 

La comisión, lejos de ser un trámite, se convirtió en un escenario donde el silencio era tan relevante como cualquier declaración.

 

 

 

El senador popular no rehuyó las cuestiones más delicadas, preguntando por la implicación de Cerdán en la adjudicación de los túneles de Belate, por la copropiedad de Servinavar —empresa clave en la trama de mordidas— y por los pagos en efectivo recibidos del PSOE.

 

 

Camps presentó documentación, informes de la UCO y resoluciones judiciales, exigiendo explicaciones sobre contratos privados, porcentajes de participación y la justificación de gastos personales sufragados por la empresa investigada.

 

 

El silencio de Cerdán ante preguntas sobre gastos en tarjetas, alquiler de vivienda y muebles pagados por Servinavar fue interpretado como una admisión tácita.

 

 

 

La sesión abordó también el papel de otros actores relevantes, como Anchón Alonso, íntimo amigo y socio de Cerdán, y Leire Díez, conocida como la “fontanera” del PSOE, investigada por tráfico de influencias y corrupción.

 

 

Camps preguntó por la relación con estos personajes, por la obtención y gestión de información sensible para influir en la investigación judicial y por la protección de la red cuando el cerco se estrechaba.

 

 

El silencio persistente de Cerdán reforzó la hipótesis de una estructura organizada, donde la defensa no se basa en la transparencia sino en el ocultamiento y la reacción en la sombra.

 

 

 

Uno de los puntos culminantes del interrogatorio fue la referencia a José Luis Ábalos, exministro de Transportes y aliado político de Cerdán. Camps preguntó por el conocimiento de Ábalos sobre la trama, por la oferta de “cheque en blanco” a cambio de silencio y por la protección mutua entre ambos.

 

 

 

La pregunta sobre el grado de conocimiento del presidente Pedro Sánchez y sobre la implicación del partido en el encubrimiento de los hechos quedó sin respuesta, alimentando las sospechas sobre el alcance de la trama.

 

 

 

El senador Camps no dejó pasar la oportunidad de vincular la corrupción política con la institucional, señalando la penetración de la trama en organismos como la SEPI y el nombramiento de Vicente Fernández Guerrero, expresidente de la sociedad estatal y posteriormente directivo de Servinavar.

 

 

La pregunta sobre el papel de Cerdán en este fichaje y en la conexión entre política, empresa y adjudicaciones quedó también sin respuesta.

 

 

 

A lo largo de la sesión, el silencio de Cerdán fue objeto de análisis y crítica. Camps insistió en que callar para no mentir es una forma de proteger, pero también de retratarse.

 

 

“No estamos ante un error, no estamos ante una confusión, no estamos ante una persecución, no estamos ante una conspiración.

 

 

Este grupo parlamentario no le pedía heroicidades, le pedía verdad, le pedía responsabilidad, le pedía respeto a las instituciones y no ha dado ninguna de las tres.

 

 

. Por eso su silencio hoy no le protege, le retrata”, concluyó el senador.

 

 

El ambiente se tensó aún más cuando Cerdán denunció insultos desde la bancada popular, exigiendo respeto y retirando el calificativo de “sinvergüenza” que, según él, le había sido dirigido.

 

 

La presidenta de la comisión intentó calmar los ánimos, recordando la necesidad de mantener el decoro y de centrarse en las preguntas sustantivas.

 

 

La sesión terminó sin respuestas claras por parte de Cerdán, pero con la sensación de que el silencio puede ser más revelador que cualquier declaración.

 

 

La comparecencia dejó al descubierto la complejidad de una trama que, según los informes judiciales y policiales, trasciende lo político para convertirse en un problema estructural, donde la adjudicación de obra pública, el cobro de comisiones y la protección de intereses privados se entrelazan con la gestión institucional.

 

 

 

El caso Cerdán es, en muchos sentidos, el reflejo de una crisis de confianza en las instituciones, de una ciudadanía que exige explicaciones y de una clase política que, en ocasiones, opta por el silencio como estrategia defensiva.

 

 

La investigación judicial sigue su curso, pero el debate público sobre la regeneración democrática, la transparencia y la rendición de cuentas está más vivo que nunca.

 

 

 

La sesión del Senado, lejos de ser un mero trámite, ha servido para poner en evidencia las carencias del sistema y la necesidad de avanzar hacia una democracia más robusta, donde el silencio no sea una opción y donde la verdad y la responsabilidad sean exigidas a todos los niveles.

 

 

El silencio de Santos Cerdán, lejos de protegerle, le ha retratado ante el país y ante la historia.