Julián Hernández (Siniestro Total) responde con una pregunta a la gente de “ahí abajo” tras las palabras de Feijóo sobre los andaluces.

 

 

 

 

“Aquí ya lo sabíamos”.

 

 

 

 

 

 

Las palabras de Alberto Núñez Feijóo, líder del Partido Popular, pronunciadas durante la cena de Navidad del partido, han provocado una auténtica tormenta política y social en España.

 

 

El comentario, aparentemente inocente y en tono de broma, ha sido interpretado por muchos como una falta de respeto hacia Andalucía y ha generado una oleada de críticas y respuestas desde diversos sectores, especialmente desde el sur del país.

 

 

 

La frase que ha encendido la polémica fue clara y directa: “Y sé que los andaluces no están de acuerdo, pero no saben contar”.

 

 

Feijóo, en su afán de destacar la riqueza natural de Galicia, quiso poner en valor el entorno gallego, señalando: “Hay muy pocas tierras como Galicia. Galicia realmente es un bosque.

 

 

El 47% de la madera de España, que está regada por agua dulce, 600 ríos interiores, y circunvalada por agua salada”.

 

 

Pero lo que realmente desató la indignación fue su afirmación sobre la extensión costera: “Tenemos los mayores kilómetros de costa de España.

 

 

Y sé que los andaluces no están de acuerdo, pero no saben contar. Las rías tienen doble costa y, por lo tanto, el lugar con más kilómetros de costa de España”.

 

 

 

Aunque los datos respaldan la afirmación de Feijóo —Galicia cuenta con entre 1.498 y 1.629 kilómetros de costa, según la fuente, frente a los 910 a 945 kilómetros de Andalucía—, la forma en que lo expresó ha sido vista como una provocación y ha herido el orgullo andaluz.

 

 

En un país donde las identidades regionales son tan fuertes y donde el respeto entre comunidades es fundamental, la broma del líder popular ha sido percibida como una muestra de arrogancia y falta de sensibilidad.

 

 

Las respuestas no han tardado en llegar y han sido contundentes. Julián Hernández, miembro del grupo gallego Siniestro Total, ironizó sobre la polémica: “En Galicia hay kilómetros de 1.524 metros.

 

 

En Andalucía el kilómetro no pasa de 999 metros. Aquí ya lo sabíamos y nos ha ido siempre como el puto culo.

 

 

¿En serio pensáis votar también a esta gente por ahí abajo?”. Su comentario, cargado de sarcasmo, refleja el malestar y la incomodidad que ha generado la intervención de Feijóo, incluso entre los propios gallegos.

 

 

Por su parte, el cómico y músico Pablo Carbonell, andaluz de nacimiento, respondió con humor y precisión: “Sin entrar en polémicas de costa, le diré como andaluz que no hay kilómetros mayores o menores.

 

 

Oh sorpresa, todos los kilómetros tienen mil metros”. Carbonell, con su estilo característico, desmontó la idea de que pudiera haber diferentes formas de medir la costa y subrayó la igualdad de todos los territorios.

 

 

La reacción más viral fue la de Alejandro Sanz, uno de los artistas más reconocidos de Andalucía y de España.

 

 

El cantante, ganador de múltiples premios internacionales, publicó en sus redes sociales: “Un, dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete, ocho, nueve, diez.

 

 

Un dos. Así se cuenta en Andalucía”. Con este mensaje, Sanz reivindicó la dignidad y la inteligencia andaluza, dejando claro que los tópicos y los estereotipos no tienen cabida en el debate público.

 

 

La polémica ha puesto de manifiesto varios aspectos clave de la política y la sociedad española.

 

 

En primer lugar, la importancia de la sensibilidad territorial y el respeto entre comunidades.

 

 

España es un país de regiones con identidades muy marcadas, y cualquier comentario que pueda interpretarse como una falta de respeto genera una reacción inmediata y apasionada.

 

 

El orgullo andaluz, lejos de ser una cuestión menor, es parte fundamental de la cultura y la historia del país.

 

 

En segundo lugar, el episodio demuestra el poder de las redes sociales y de la opinión pública para amplificar cualquier declaración y convertirla en tendencia nacional.

 

 

Lo que antes quedaba en el ámbito privado de una cena navideña, ahora se viraliza en cuestión de minutos y se convierte en tema de debate en medios, tertulias y foros ciudadanos.

 

 

La política, en este contexto, ya no es solo patrimonio de los partidos y sus dirigentes, sino una conversación colectiva en la que artistas, periodistas y ciudadanos participan activamente.

 

 

Además, la polémica revela la importancia de la forma en que los líderes políticos comunican sus mensajes.

 

 

En tiempos de polarización y sensibilidad social, el humor y la ironía pueden ser armas de doble filo.

 

 

Lo que pretende ser una broma puede convertirse en motivo de indignación y movilización si no se mide adecuadamente el impacto de las palabras.

 

 

Por último, el episodio evidencia la necesidad de que los líderes políticos sean conscientes de su papel como referentes públicos y de la responsabilidad que implica cada intervención.

 

 

En un país donde las identidades se viven con pasión y donde la memoria colectiva es fuente de orgullo y reivindicación, el respeto y la empatía son valores fundamentales para garantizar la convivencia y el entendimiento.

 

 

La polémica sobre los kilómetros de costa y la capacidad de contar es, en definitiva, mucho más que una anécdota navideña.

 

 

Es el reflejo de una España plural, orgullosa y vigilante, que exige respeto y responsabilidad a sus líderes.

 

 

La respuesta de figuras como Alejandro Sanz, Pablo Carbonell y Julián Hernández demuestra que la dignidad y el sentido del humor pueden ir de la mano, pero que la política debe estar siempre guiada por el compromiso con la verdad y la justicia.

 

 

La España que sale de este debate es una sociedad más exigente, más consciente de su historia y de su diversidad, y más dispuesta a participar en la conversación pública.

 

 

Los líderes políticos, si quieren estar a la altura de las expectativas de los ciudadanos, deben aprender a medir sus palabras, a reconocer sus errores y a celebrar la riqueza de las identidades regionales como un valor compartido.

 

 

En conclusión, la reacción ante la broma de Feijóo es una muestra de la madurez y la vitalidad de la sociedad española. Andalucía, con su historia y su orgullo, ha demostrado que sabe contar y que no acepta el menosprecio.

 

 

La política, en tiempos de crisis y polarización, debe ser un espacio de encuentro y reconciliación, donde el humor y la crítica convivan con el respeto y la responsabilidad.