Consuelo Ordóñez, tajante de nuevo contra Ayuso: “La única que pretende dividirnos en bandos y enfrentar memorias es usted”.

 

 

 

 

La presidenta de COVITE critica a la presidente de la Comunidad de Madrid por utilizar con fines políticos víctimas y pretender enfrentarlas con las del franquismo.

 

 

 

 

 

En el panorama político español, la memoria histórica y el legado del terrorismo siguen siendo terreno de confrontación y debate.

 

 

 

La reciente polémica entre Consuelo Ordóñez, presidenta del Colectivo de Víctimas del Terrorismo (COVITE), e Isabel Díaz Ayuso, presidenta de la Comunidad de Madrid, ha reabierto viejas heridas y ha puesto sobre la mesa la instrumentalización de las víctimas en el discurso político.

 

 

Las palabras de Ordóñez, hermana de Gregorio Ordóñez —parlamentario vasco asesinado por ETA en 1995—, han resonado con fuerza en las redes sociales y medios, marcando un límite claro ante lo que considera una manipulación y una división injusta entre víctimas de ETA y del franquismo.

 

 

 

Todo comenzó con unas declaraciones de Isabel Díaz Ayuso, en las que la presidenta madrileña, sin ambages, vinculaba la legislatura de Pedro Sánchez con la banda terrorista ETA.

 

 

“Queda claro que ETA le ha entregado la legislatura a Pedro Sánchez”, afirmó Ayuso, en referencia al papel de Bildu y la memoria histórica en la política actual.

 

 

Para la presidenta, el énfasis en la memoria histórica responde a una estrategia de división: “la obsesión de Bildu con dividirnos en bandos a todos los españoles, con ir contra nuestra democracia”.

 

 

Ayuso fue más allá, calificando de “miserable” el hecho de que el gobierno de la nación dependa de Bildu, partido heredero de la izquierda abertzale.

 

 

Sus palabras, lejos de pasar desapercibidas, provocaron la reacción de Consuelo Ordóñez, quien no dudó en responder con contundencia.

 

 

La presidenta de COVITE, acostumbrada a alzar la voz contra el uso partidista de las víctimas, se mostró tajante en su respuesta.

 

 

 

A través de su cuenta de X (antes Twitter), Ordóñez reprochó a Ayuso el intento de enfrentar a las víctimas de ETA con las del franquismo: “La única que pretende dividirnos en bandos y enfrentar memorias es usted”, escribió, rechazando la comparación y reivindicando la dignidad de todas las víctimas.

 

 

Ordóñez subrayó que las víctimas de la memoria histórica sufrieron “gravísimas vulneraciones de derechos humanos, igual que las víctimas de ETA”, y que todas tienen “el mismo derecho a la reparación”.

 

 

Esta equiparación, lejos de minimizar el dolor de unas frente a otras, busca reconocer el sufrimiento y la legitimidad de todas las víctimas, independientemente de la época o del contexto político.

 

 

 

Uno de los puntos más críticos en el discurso de Ordóñez fue la referencia a la persistencia de ETA en el debate político, a pesar de que la banda anunció el cese definitivo de la violencia hace 14 años y se disolvió formalmente en 2018.

 

 

“ETA no puede entregar nada porque afortunadamente no existe”, recordó Ordóñez, en un mensaje dirigido directamente a Ayuso.

 

 

“La diferencia de que no exista en mi caso se llama Gregorio Ordóñez. ¿Así lo entiende mejor?”, añadió, poniendo el foco en la dimensión humana y personal del terrorismo, más allá de la retórica política.

 

 

La insistencia de ciertos sectores políticos en mantener viva la memoria de ETA, a menudo con fines electorales, genera un debate complejo sobre la gestión del pasado y el papel de las víctimas en la construcción de la democracia.

 

 

Para Ordóñez, la utilización de ETA como arma política es una forma de manipulación que desvirtúa el dolor y la memoria de quienes sufrieron la violencia.

 

 

No es la primera vez que Consuelo Ordóñez se enfrenta al Partido Popular por el uso de las víctimas en el discurso político.

 

 

 

El año pasado, la presidenta de COVITE acusó al líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, de tratar a los asesinados por ETA como “mercancía”, arrojando una de las críticas más duras contra la formación: “Es la falta de respeto más grande y el ataque más doloroso a nuestra dignidad como víctimas.

 

 

El tratarnos de esa forma, como mercancía, arrogándose la representación, cuando no les importamos nada, ni una mierda”, manifestó entonces.

 

 

Ordóñez ha sido especialmente crítica con el Gobierno de Ayuso, al que ha acusado de ser el que peor ha tratado a las víctimas de la organización terrorista.

 

 

Su denuncia no se limita a la retórica, sino que se traduce en decisiones concretas, como apartarse de proyectos institucionales —entre ellos un documental sobre su hermano Gregorio Ordóñez impulsado por la Fundación Universitaria San Pablo-CEU y el gobierno madrileño— por falta de confianza en la gestión y el respeto hacia las víctimas.

 

 

 

El enfrentamiento entre Ordóñez y Ayuso pone de manifiesto un debate de fondo sobre la memoria histórica, la reparación y el uso político del sufrimiento.

 

 

¿Es legítimo comparar el dolor de las víctimas de ETA con el de las víctimas del franquismo? ¿Quién tiene derecho a reivindicar la memoria y a exigir justicia y reparación?

 

 

Para Consuelo Ordóñez, la respuesta es clara: todas las víctimas merecen respeto, reconocimiento y reparación, sin distinciones ni jerarquías.

 

 

El intento de enfrentar unas memorias contra otras solo sirve para dividir y para perpetuar el conflicto, en lugar de avanzar hacia una sociedad más justa y reconciliada.

 

 

La memoria histórica no es solo un relato del pasado, sino una herramienta para construir el futuro.

 

 

El riesgo de instrumentalizarla con fines políticos es convertir el sufrimiento en moneda de cambio electoral, desvirtuando el sentido profundo de la reparación y el reconocimiento.

 

 

Las víctimas del terrorismo y del franquismo han sido, durante décadas, actores clave en la defensa de los derechos humanos y en la construcción de la democracia española.

 

 

Su voz, lejos de ser homogénea, refleja la pluralidad y la complejidad de la sociedad.

 

 

El reconocimiento de su sufrimiento y la garantía de reparación son principios fundamentales para la legitimidad democrática.

 

 

El discurso de Ordóñez interpela a los responsables políticos sobre su deber de respetar la dignidad de las víctimas y de evitar su utilización partidista.

 

 

La memoria debe ser espacio de encuentro, de reflexión y de justicia, no de confrontación ni de división.

 

 

La referencia constante a ETA en el discurso político español, especialmente por parte de partidos conservadores, responde a una estrategia de movilización y de polarización.

 

 

La banda terrorista, aunque disuelta, sigue siendo utilizada como símbolo de amenaza y de legitimación del enfrentamiento político.

 

 

Para Ordóñez, este uso instrumental es una forma de perpetuar el dolor y de impedir la reconciliación.

 

 

La memoria de ETA debe ser preservada y honrada, pero no convertida en herramienta de confrontación.

 

El verdadero homenaje a las víctimas pasa por el respeto, la justicia y la construcción de una sociedad libre de violencia.

 

 

 

 

La memoria histórica es uno de los grandes desafíos de la democracia española. La reparación de las víctimas, la recuperación de la verdad y la garantía de no repetición son tareas pendientes que requieren diálogo, compromiso y generosidad.

 

 

El enfrentamiento entre Ordóñez y Ayuso es un recordatorio de la necesidad de abordar el pasado con honestidad y de evitar la tentación de utilizar el dolor como arma política.

 

 

La memoria debe ser espacio de encuentro y de construcción colectiva, donde todas las víctimas tengan voz y reconocimiento.

 

La división y la confrontación solo perpetúan el conflicto y dificultan el avance hacia una sociedad más justa y reconciliada.

 

 

El enfrentamiento público entre Consuelo Ordóñez e Isabel Díaz Ayuso es mucho más que una polémica puntual.

 

 

Es un síntoma de los desafíos que enfrenta España en la gestión de la memoria histórica y en el respeto a las víctimas del terrorismo y del franquismo.

 

 

La voz de Ordóñez, firme y clara, interpela a toda la sociedad sobre la necesidad de dignidad, reparación y justicia.

 

 

La memoria no puede ser instrumento de división ni de manipulación política.

 

 

El verdadero homenaje a las víctimas pasa por el respeto, el reconocimiento y la construcción de una democracia donde el sufrimiento sea reparado y la justicia garantizada.

 

 

El futuro de la memoria en España depende de la capacidad de aprender del pasado y de construir un relato común, inclusivo y reparador.