Carlos de Andrés dice esto del futuro de Perico Delgado tras lo ocurrido en La Vuelta, y si en TVE hay libertad.
Carlos de Andrés habla sobre las críticas a Perico Delgado en La Vuelta y aclara a si volverá a ser comentarista de RTVE tras las solicitudes de despido.

La Vuelta Ciclista a España 2025 no solo fue un espectáculo deportivo de alto nivel, sino también el epicentro de una de las controversias más intensas que han sacudido la retransmisión televisiva en los últimos años.
El ciclismo, históricamente refugio de emociones y relatos épicos, se vio envuelto en un debate que trascendió lo deportivo y alcanzó las esferas políticas, sociales y mediáticas.
En el centro de este huracán, dos nombres propios: Perico Delgado y Carlos de Andrés, voces emblemáticas de TVE, y una pregunta que sigue sin respuesta definitiva: ¿cuál será el futuro de Perico como comentarista tras la polémica de La Vuelta? ¿Existe realmente libertad en RTVE para opinar y mostrar la realidad, incluso cuando ésta es incómoda?
Todo comenzó con la presencia de un equipo israelí en La Vuelta y las manifestaciones propalestinas que se sucedieron en distintas etapas.
Las redes sociales ardieron con comentarios, críticas y peticiones de despido contra Perico Delgado, quien, junto a Carlos de Andrés, tuvo que afrontar el reto de narrar una carrera marcada por un conflicto internacional que divide a la opinión pública.
La retransmisión, lejos de limitarse al deporte, se convirtió en un espacio donde la política y la ética se colaron por la puerta grande, obligando a los comentaristas a posicionarse o, al menos, a gestionar la tensión entre neutralidad y opinión.
Carlos de Andrés, en una entrevista para el videopodcast “Fuera caretas”, fue claro y directo sobre su postura ante el conflicto de Gaza: “Creo que obviamente es un genocidio, no se puede atacar a la población ni que apeles a que hay una banda terrorista en todo esto.
A una banda terrorista se la combate luchando contra ella, no contra la población”.
Estas palabras, lejos de ser una declaración aislada, reflejan el sentir de muchos ciudadanos y espectadores que exigen a los medios públicos una posición ética ante situaciones de extrema gravedad.
Pero, ¿hasta qué punto puede un comentarista deportivo opinar sobre política internacional sin que peligre su futuro profesional?
En medio de la tormenta mediática, Carlos de Andrés no dudó en defender a su compañero: “Es mi amigo y es con quien más cómodo me siento comentando una carrera”.
Esta afirmación, cargada de humanidad y lealtad, contrasta con el clima de crispación que se vivió en redes sociales, donde se pidió el despido de Perico por sus comentarios durante la retransmisión.
La amistad y el respeto mutuo entre los dos comentaristas se han convertido en un baluarte frente a las presiones externas, demostrando que es posible discrepar sin perder la esencia del trabajo en equipo.
Carlos de Andrés también abordó la cuestión de la libertad en TVE, subrayando que “nos dieron libertad para trabajar y lo que hicimos fue mostrar lo que había”.
Esta frase, aparentemente sencilla, encierra una reivindicación profunda: la televisión pública debe ser un espacio de pluralidad, donde los profesionales puedan mostrar la realidad sin censura ni presiones políticas.
La libertad de expresión, tan reclamada en otros ámbitos, se convierte aquí en el eje sobre el que gira el debate sobre el futuro de Perico Delgado y la credibilidad de RTVE.
La pregunta sobre el futuro de Perico Delgado sigue en el aire. Carlos de Andrés lo expresa con cautela: “Que yo sepa no, entiendo que va a seguir, pero no lo sé.
Nadie le ha dicho que él no vaya a seguir. Supongo que cuando llegue el momento quien tenga que planteárselo se lo planteará, pero a mí nadie me ha dicho que no vaya a seguir”.
Esta incertidumbre refleja la complejidad de la situación: por un lado, la presión social y mediática para apartar a voces críticas; por otro, el derecho de los profesionales a opinar y la necesidad de preservar la pluralidad en la televisión pública.
El caso de Perico Delgado es paradigmático: su trayectoria como ciclista y comentarista le ha granjeado el cariño de miles de aficionados, pero también le ha expuesto a la crítica feroz cuando sus opiniones no coinciden con el sentir mayoritario.
La polémica de La Vuelta ha puesto de manifiesto una división profunda en la sociedad española: ¿debe la televisión pública censurar o apartar a quienes se posicionan sobre temas sensibles? ¿O debe, por el contrario, proteger la libertad de expresión y permitir que cada uno defienda sus ideas, aunque sean controvertidas?
RTVE, como medio público, se encuentra en una encrucijada. Por un lado, está obligada a garantizar la pluralidad y la libertad de sus profesionales; por otro, debe ser consciente de la responsabilidad que implica emitir opiniones sobre conflictos internacionales.
La dirección de la cadena ha optado, por ahora, por la prudencia: “Lo que nos dijeron es que las cosas que suceden se muestran”, afirma Carlos de Andrés.
Esta política de mostrar la realidad, sin ocultar lo incómodo, es la que ha permitido que La Vuelta sea, además de una carrera deportiva, un escaparate de la actualidad social y política.
Sin embargo, la presión de ciertos sectores para que RTVE tome medidas drásticas contra Perico Delgado no ha cesado.
Las redes sociales se han convertido en un tribunal paralelo, donde la opinión pública juzga y sentencia a los profesionales según sus declaraciones.
El debate sobre el futuro de Perico es, en realidad, el reflejo de una sociedad que se debate entre la tolerancia y la censura, entre la apertura y el dogmatismo.
Uno de los aspectos más controvertidos de la polémica ha sido la presencia de la política en la retransmisión deportiva.
Carlos de Andrés lo reconoce: “No sé si a veces meter una excesiva política en el deporte es bueno o malo, pero lo evidente es que en ese momento era difícil que no expresaras tu opinión sobre el conflicto, cada uno defiende lo que piensa y ya está”.
Esta reflexión invita a un debate más amplio: ¿debe el deporte ser ajeno a la política, o es inevitable que los grandes acontecimientos deportivos sean también escenarios de reivindicación y denuncia?
La historia reciente demuestra que el deporte y la política están cada vez más entrelazados.
Desde los boicots olímpicos hasta las manifestaciones por los derechos humanos, el ciclismo, como cualquier otro deporte, se convierte en un altavoz para causas sociales y políticas.
La retransmisión de La Vuelta 2025 ha sido un ejemplo de cómo la realidad se impone al guion, obligando a los comentaristas a posicionarse y generando un debate que va más allá de la competición.
La reacción del público ante la polémica de La Vuelta ha sido intensa y diversa.
Por un lado, miles de aficionados han defendido la libertad de expresión de Perico Delgado y Carlos de Andrés, reivindicando el derecho a opinar y mostrar la realidad.
Por otro, no han faltado quienes han exigido el despido de Perico, acusándole de politizar la retransmisión y de faltar a la neutralidad que se espera de un comentarista deportivo.
Las redes sociales, convertidas en ágora digital, han amplificado el debate y han obligado a RTVE a gestionar la crisis con inteligencia y prudencia.
La televisión pública, consciente de su papel como servicio esencial, ha optado por mantener la pluralidad y la libertad de sus profesionales, aunque ello implique asumir el riesgo de la polémica y la crítica.
La polémica de La Vuelta 2025 ha marcado un antes y un después en la historia de la retransmisión deportiva en España.
Carlos de Andrés y Perico Delgado, más allá de sus diferencias, han demostrado que la amistad, el respeto y la libertad de expresión son valores esenciales en el periodismo.
RTVE, por su parte, se enfrenta al reto de garantizar la pluralidad y la responsabilidad, manteniendo la confianza de una audiencia cada vez más exigente y polarizada.
El futuro de Perico Delgado sigue siendo una incógnita, pero el debate que ha generado su caso es una oportunidad para reflexionar sobre el papel de los medios públicos, la relación entre deporte y política, y la necesidad de proteger la libertad de expresión en una sociedad democrática.
La Vuelta, más allá de la competición, ha sido el escenario de un debate profundo y necesario, que seguirá resonando en las retransmisiones y en el corazón de los aficionados al ciclismo.
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