Un lapsus, la condena al fiscal general y Ayuso: los cara a cara entre Sánchez y Feijóo son como el día de la marmota.

 

 

 

El presidente del Ejecutivo y el jefe de la oposición se enfrentan en el Congreso durante la Sesión de Control al Gobierno.

 

 

 

 

 

 

Si no fuera por el lapsus que ha cometido el líder del Partido Popular, Alberto Núñez Feijóo, que no ha podido consumar lo que imaginaba sería un final triunfante, el cara a cara entre el jefe de la oposición y el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, durante la sesión de control en el Congreso, sería otra más.

 

 

“Entre sus virtudes no está la de ser un parlamentario”, señaló Sánchez mientras esbozaba una sonrisa después de que Feijóo no fuera capaz de atinar el último de sus ataques: “Se rodará un día una serie de televisión sobre sus años de presidente y se titulará anotop [sic], a… Perdón”.

 

 

 

Fue todo lo que pudo apurar Feijóo, porque justo cuando lo iba a decir bien, la presidenta del Congreso, Francina Armengol, le apagó el micro.

 

 

“Señor Feijóo, se le ha terminado el tiempo”, dijo Armengol mientras el líder del PP parecía querer decir algo así como “anatomía de un farsante” sin que nadie fuera del hemiciclo pudiera escucharle.

 

 

 

Más allá de la anécdota, nada destacable; nada, en realidad, que no hubiera sucedido en las últimas sesiones de control al Gobierno entre ambos.

 

 

Como era de prever, Feijóo no ha desaprovechado la ocasión para sacar a relucir la condena al ya exfiscal general del Estado Álvaro García Ortiz y los años de cárcel que enfrentan José Luis Ábalos y Koldo García.

 

 

“La semana pasada acabó con su fiscal condenado por delinquir. Esta semana, vive pendiente de cómo acabará su núcleo duro, sobre el que pesan 43 años de prisión, y usted dice al Supremo lo que debe sentenciar y al fiscal cómo debe recurrir.

 

 

Menos ser presidente, hace de todo. Preguntó quién iba a pedir perdón al fiscal. Visto lo visto, ¿usted va a pedir perdón a los españoles?”, preguntó el jefe de la oposición.

 

 

 

 

 

Sánchez, como también era de prever, insistió en su defensa de García Ortiz. “Entre periodistas que exculpan al fiscal general del Estado y el jefe de Gabinete de la señora Ayuso, que dice que mintió para propagar un bulo y poder cubrir las vergüenzas de la señora Ayuso, este Gobierno y yo mismo estamos siempre con la verdad“, ha asegurado Sánchez, quien ha destacado que el Gobierno “acata el fallo del Tribunal Supremo”.

 

 

“Y digo bien, el fallo, porque a día de hoy desconocemos la sentencia”, ha recordado el mandatario, quien ha confiado en que “el tiempo pondrá las cosas en su sitio”.

 

 

 

A esto, Feijóo le ha echado en cara que desconozca la sentencia, pero se posicione contra ella. ”

 

 

Cada vez es usted más peligroso para la democracia española”, ha atacado el presidente del PP, quien ha reincidido: “Tiene su mente a las puertas del Supremo a ver qué ocurre mañana.

 

 

Le inquieta que se vuelvan a abrir las puertas de la prisión para que entre alguno de los suyos.

 

 

Siempre podrá decir que no los conocía de nada, que no los ha visto, como decía usted de Otegi“.

 

 

Por otro lado, Feijóo ha señalado a Sánchez no solo por haber puesto a Ábalos en las listas del PSOE sino por haber contratado como asesor, según ha publicado esta mañana el diario ABC, al cargo socialista apartado de la cúpula del partido por comportamientos machistas, Paco Salazar.

 

 

No sabe gobernar sin estar asistido por un presunto delincuente de confianza.

 

 

Gobernar no es vivir en el palacio, controlar la televisión pública ni el resto de las instituciones, esto lo superaron los españoles hace 50 años”, ha apurado Feijóo antes de encaramarse al lapsus ya mencionado.

 

 

 

El presidente del Gobierno, por su parte, que no ha desaprovechado la ocasión para reírse de Feijóo por su error, aunque ha dicho que se refería al “contenido” de su discurso, ha finalizado su intervención para comprender que Feijóo “apoye a la señora Ayuso. El primer punto que firmó con ella es la obediencia ciega”.

 

 

 

La repetición de los enfrentamientos y la falta de avances concretos han generado un notable desgaste institucional.

 

 

La confianza en el Congreso, en el Gobierno y en la oposición está en mínimos históricos, y la sensación de bloqueo dificulta la regeneración democrática.

 

 

Los casos de corrupción, las condenas judiciales y las acusaciones de machismo y de control institucional refuerzan la percepción de que la política está más preocupada por el enfrentamiento que por la solución de los problemas.

 

 

El reto para Sánchez y Feijóo, y para el conjunto de los partidos, es superar el bucle del “día de la marmota” y ofrecer respuestas que vayan más allá de la escenificación y el espectáculo.

 

 

La ciudadanía exige transparencia, responsabilidad y capacidad de diálogo, pero los líderes parecen atrapados en una dinámica de confrontación que amenaza con perpetuarse.

 

 

 

El último cara a cara entre Sánchez y Feijóo, marcado por el lapsus, la condena al fiscal general y la sombra de Ayuso, es una muestra de los desafíos que enfrenta la política española.

 

 

La repetición de los debates, la falta de propuestas y la crispación constante han generado una sensación de agotamiento y de hartazgo que exige una respuesta valiente y decidida.

 

 

La regeneración democrática y la recuperación de la confianza institucional pasan por romper el bucle, por apostar por el diálogo y por la búsqueda de consensos.

 

 

Los líderes deben ser capaces de superar la lógica del enfrentamiento y de ofrecer soluciones que respondan a las necesidades reales de la sociedad.

 

 

El “día de la marmota” puede ser superado, pero requiere voluntad política, generosidad y compromiso con el bien común.

 

 

La historia no está cerrada y el debate sigue abierto. Lo que está claro es que la política española necesita más luz y menos sombras, más propuestas y menos acusaciones, más verdad y menos espectáculo.

 

 

El reto es grande, pero la movilización social y el compromiso ético pueden ser la clave para superar la polarización y construir una democracia a la altura de los desafíos del siglo XXI.