Zapatero DESHACE a Sánchez!🔥Se HACE MÁS y MÁS PEQUEÑO en CONGRESO al ENTERARSE de que LO DETENDRÁN.

 

 

 

El Congreso y la crisis moral del PSOE: corrupción, machismo y el descrédito institucional.

 

 

 

En el corazón del Congreso de los Diputados, la política española vive una tormenta de acusaciones que va mucho más allá de los habituales enfrentamientos ideológicos.

 

 

 

En las últimas sesiones, la oposición ha puesto el foco en una crisis moral que sacude al Partido Socialista Obrero Español (PSOE) y al gobierno que preside Pedro Sánchez.

 

 

No son casos aislados, advierten los portavoces populares y de la derecha: es un patrón sistémico, una forma de entender el poder que mezcla corrupción, encubrimiento y un desprecio alarmante por la dignidad de las mujeres.

 

 

 

La intervención de la diputada Ester Muñoz, portavoz del PP, ha sido especialmente contundente y reveladora.

 

 

Muñoz no ha dudado en afirmar que estamos ante un modelo de organización donde los dirigentes socialistas se protegen unos a otros y donde las mujeres que se atreven a denunciar son victimizadas y silenciadas.

 

 

 

La lista de nombres y episodios es larga y cada vez más difícil de minimizar: Ávalos, Coldo García, Santos Cerdán, el escándalo del Tito Berni, el alcalde de Torremolinos, el presidente de la Diputación de Lugo, y un Partido Socialista gallego salpicado por denuncias de acoso y abusos.

 

 

 

El relato de la diputada popular no deja lugar a dudas: “Han convertido al PSOE en el lugar más peligroso para ser mujer en la Cámara de los Horrores del machismo más rancio”.

 

 

La respuesta del Gobierno, en boca de la vicepresidenta Yolanda Díaz y del ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel Albares, ha sido defensiva, acusando a la oposición de obsesión y recordando los éxitos internacionales de España.

 

 

Pero la estrategia del Ejecutivo de mirar hacia otro lado, de minimizar los casos y de refugiarse en la retórica feminista, se ha mostrado insuficiente frente a la gravedad de las acusaciones.

 

 

 

Díaz, en un intento de reconducir el debate, ha apelado al pacto entre mujeres de todas las formaciones y a la necesidad de condenar el machismo venga de donde venga, pero ha evitado la autocrítica y ha eludido responsabilidades concretas por los escándalos que afectan a sus socios y compañeros de bancada.

 

 

La crisis de credibilidad del PSOE se agrava con las investigaciones judiciales en curso.

 

 

Dos tribunales han detectado indicios de financiación ilegal, blanqueo de capitales y organización criminal en el partido.

 

 

El presidente Sánchez tiene a su mujer, a su hermano y a varios altos cargos imputados, mientras Ávalos y Coldo García reconocen el pago de mordidas y la existencia de dinero negro proveniente de la prostitución.

 

 

Desde ministerios socialistas se han contratado mujeres prostituidas en empresas públicas y se han encubierto denuncias de acoso sexual en la propia Moncloa.

 

 

El fiscal general del Estado ha sido inhabilitado por utilizar la institución para atacar a rivales políticos, y los intentos de acallar a las víctimas y hacer desaparecer las denuncias se han convertido en una práctica habitual.

 

 

La oposición denuncia que el gobierno de Sánchez ha rebajado el delito de malversación, ha indultado y amnistiado a corruptos, y ha aprobado cortinas de humo en forma de medidas anticorrupción que no atacan el fondo del problema.

 

 

 

Ester Muñoz ha rechazado de plano la idea de que todas las mujeres sean víctimas del machismo y ha reivindicado su propia experiencia familiar como ejemplo de respeto e igualdad, exigiendo a Díaz que no hable en su nombre ni en el de todas las mujeres españolas.

 

 

“No soy víctima del machismo y desde luego lo que no soy es encubridora como usted”, ha afirmado con rotundidad.

 

 

 

El debate parlamentario ha alcanzado niveles de tensión inéditos, con llamadas a la dimisión por dignidad y acusaciones de que el gobierno actual ha hecho más daño a las mujeres que ningún otro en la historia democrática de España.

 

 

“Si usted tuviera dignidad, dimitiría”, ha sentenciado Muñoz, recordando que los responsables políticos de la corrupción y el machismo no son solo quienes los cometen directamente, sino también quienes los consienten, los encubren y los sostienen.

 

 

La respuesta del ministro Albares ha sido una defensa de la gestión internacional del gobierno y una crítica a la “obsesión” de la oposición con el expresidente Zapatero.

 

 

 

Sin embargo, el ministro no ha dado explicaciones sobre los vínculos del PSOE con la narcodictadura venezolana, con China, ni ha garantizado que no se vaya a emitir una orden de detención internacional contra Zapatero.

 

 

La oposición insiste en que cada semana los medios internacionales ya no hablan de las virtudes de España, sino de las vergüenzas del gobierno y de los dirigentes acusados por prevaricación, malversación, financiación ilegal, blanqueo de capitales y organización criminal.

 

 

 

El clima en el Congreso es el reflejo de una crisis institucional que trasciende la coyuntura política.

 

 

La degradación de la política española, como ha señalado la oposición, se manifiesta en la manipulación mediática, los bulos, los cambios de opinión y la falta de transparencia en la gestión pública.

 

 

 

El PSOE, según la denuncia de Muñoz, ha convertido la Cámara Baja en un “estercolero” donde las mujeres son víctimas y los corruptos encuentran refugio.

 

 

 

La instrumentalización del feminismo por parte de la izquierda ha sido otro de los puntos de fricción en el debate.

 

 

La oposición acusa al gobierno de utilizar el feminismo como bandera electoral, mientras en la práctica se toleran y encubren conductas machistas y abusos sexuales.

 

 

“Utilizan el feminismo como bandera para ganar votos, no defendéis causas justas, defendéis lobis, defendéis chiringuitos”, ha denunciado Muñoz, acusando a Díaz y a los socialistas de nutrir con dinero público estructuras clientelares que perpetúan la impunidad.

 

 

 

La ciudadanía asiste con creciente escepticismo a este espectáculo de confrontación, donde las acusaciones sustituyen al diálogo y la búsqueda de consensos.

 

 

El descrédito institucional y la percepción de impunidad alimentan el desencanto y la desconfianza en la democracia.

 

 

La regeneración democrática y la defensa de los derechos de las mujeres exigen algo más que discursos y promesas: requieren coherencia, valentía y una voluntad real de transformar las estructuras que perpetúan la desigualdad y la corrupción.

 

 

 

La crisis moral del PSOE y del gobierno de Sánchez es, en última instancia, el síntoma de una enfermedad más profunda que afecta a toda la política española.

 

 

La instrumentalización del poder, la falta de límites éticos y la incapacidad para asumir responsabilidades han convertido la gestión pública en un espacio de privilegio y protección para los afines, mientras las mujeres valientes que denuncian son silenciadas y victimizadas.

 

 

 

 

El Congreso de los Diputados, lejos de ser el espacio de diálogo y consenso que demanda la sociedad, se ha convertido en el escenario principal de una batalla política que amenaza con prolongarse durante lo que queda de legislatura.

 

 

 

La capacidad de los partidos para superar la crispación, recuperar la confianza ciudadana y ofrecer soluciones a los retos del país será clave para el futuro de la democracia española.

 

 

Mientras tanto, la sombra de la corrupción y el machismo sigue marcando el pulso de una legislatura que avanza entre la incertidumbre, la indignación y el descrédito institucional.