El Intocable de Extremadura: ¿Escudo Humano o Rehén en Moncloa?

Tras la debacle histórica del socialismo en su mayor feudo, surge una pregunta que inquieta a los analistas: ¿Por qué un candidato “pésimo”, repudiado por su propio partido, fue la única opción en las urnas? La sombra de los tribunales y un pacto de silencio parecen ser las claves de este enigma.

La política tiene sus propias leyes de gravedad, pero en Extremadura, el reciente hundimiento electoral parece desafiar toda lógica… a menos que miremos hacia el banquillo de los acusados.

Mientras el coro mediático oficialista se apresura a entonar el mismo mantra —”Gallardo no era el candidato de Sánchez”, “el desastre es solo suyo”—, la realidad sugiere una trama mucho más densa y peligrosa para la estabilidad de Moncloa.

Si Miguel Ángel Gallardo era, como dicen ahora, un aspirante “malo” y sin el respaldo de Ferraz, ¿cómo logró encabezar el cartel electoral en la región más simbólica para el puño y la rosa?

La respuesta podría no estar en las encuestas, sino en el Boletín Oficial de la Provincia.

Gallardo es el hombre que presuntamente facilitó la polémica contratación del hermano del Presidente, David Sánchez, un caso que hoy lo mantiene bajo la lupa de la justicia.

Aquí es donde la estrategia electoral se funde con la defensa legal. Existen dos teorías que recorren los mentideros políticos de Madrid y Mérida.

La primera es puramente táctica: Gallardo fue el “chivo expiatorio” perfecto.

Al saber que la derrota en Extremadura era inevitable, Sánchez habría permitido que alguien con una imagen ya deteriorada por la imputación judicial se inmolara en las urnas, sirviendo de pararrayos para evitar que la tormenta llegara a la capital.

Sin embargo, la segunda posibilidad es mucho más inquietante: el Presidente podría ser, en realidad, un rehén de su propio candidato.

Gallardo necesitaba el acta de diputado autonómico como quien busca un respiradero en un incendio.

Esa acta le otorga el aforamiento, el privilegio de no ser juzgado por tribunales ordinarios, trasladando sus causas a instancias potencialmente más manejables.

Si Sánchez le hubiera negado la candidatura, Gallardo habría perdido su escudo judicial.

¿Qué secretos guarda un hombre desesperado sobre los procesos de contratación que afectan a la familia presidencial?

El hecho de que, tras el peor resultado de la historia del PSOE extremeño, Gallardo se niegue a dimitir y Sánchez no se atreva a exigir su cabeza, refuerza la teoría del pacto de supervivencia.

En este tablero de ajedrez, el candidato no es un peón sacrificable, sino una pieza que conoce demasiado bien los movimientos del rey.

Mientras la justicia sigue su curso, Extremadura queda como el escenario de un naufragio donde el capitán se niega a abandonar el barco, no por honor, sino porque el barco es lo único que lo mantiene lejos de la prisión.