Juan del Val rompe el silencio sobre Pablo Motos y la ideología que nadie esperaba escuchar

 

Juan del Val: "Pablo Motos y yo somos de izquierdas"

El escritor habla como nunca antes sobre política, poder y etiquetas ideológicas, y desvela una faceta poco conocida del presentador de ‘El Hormiguero’

Juan del Val lleva años siendo una de las voces más incómodas de la televisión española.

Desde la mesa de tertulia de El Hormiguero hasta su papel como analista en La Roca, el escritor se ha acostumbrado a decir lo que piensa sin demasiados filtros.

Sin embargo, en los últimos días ha dado un paso más allá, pronunciándose con una claridad poco habitual sobre su propia ideología política y, especialmente, sobre la de Pablo Motos, una cuestión que siempre ha estado rodeada de suposiciones y clichés.

Sus palabras, pronunciadas en una entrevista radiofónica, no solo desmontan algunos de los prejuicios más extendidos sobre el presentador de Antena 3, sino que también reabren un debate incómodo: ¿qué significa hoy ser de izquierdas o de derechas en España?

Un perfil incómodo que no encaja en etiquetas fáciles

Juan del Val nunca ha encajado del todo en los compartimentos ideológicos clásicos. Para una parte de la audiencia, sus críticas al Gobierno de Pedro Sánchez lo sitúan automáticamente en el bloque conservador. Para otros, su forma de entender la cultura, las relaciones personales y la libertad individual lo alejan por completo de cualquier visión tradicionalista.

El propio escritor reconoce que esa simplificación le resulta tan injusta como reduccionista. A su juicio, criticar al poder no debería convertirse en una prueba automática de alineamiento ideológico, sino en una obligación intelectual.

La izquierda, según Juan del Val: una actitud, no una consigna

Lejos de renegar de una identidad política, Juan del Val se define sin ambages como una persona de izquierdas. Eso sí, matiza que su concepción de la izquierda poco tiene que ver con la adhesión incondicional a un partido o a un líder concreto.

Para el tertuliano, la ideología se manifiesta en la actitud ante el poder: cuestionarlo, incomodarlo y evitar convertirse en un seguidor acrítico. En ese sentido, considera que gran parte del debate político actual ha vaciado de contenido palabras que antes tenían un significado mucho más profundo.

El poder como objetivo de la crítica

Uno de los ejes centrales del discurso de Juan del Val es la idea de que la crítica debe dirigirse siempre hacia quien gobierna, independientemente de su color político. Según su visión, la función del intelectual o del comunicador no es proteger al poder, sino someterlo a escrutinio constante.

Este planteamiento explica por qué sus opiniones incomodan tanto a unos como a otros. Mientras algunos lo acusan de ser demasiado duro con el Ejecutivo, otros destacan que tampoco ahorra críticas a figuras de la oposición cuando considera que actúan de forma oportunista o incoherente.

Pablo Motos, bajo el foco… y lejos del cliché

Si hubo una revelación que realmente sorprendió durante la entrevista fue la relacionada con Pablo Motos. Durante años, el presentador de El Hormiguero ha sido encasillado por una parte del público como una figura cercana a la derecha política, especialmente por el tipo de invitados que recibe o por algunas de sus entrevistas más comentadas.

Sin embargo, Juan del Val desmontó esa percepción al afirmar que Pablo Motos ha votado históricamente a opciones de izquierdas, un dato que, según reconoce, sigue causando asombro incluso entre personas del propio sector mediático.

Un pasado que pocos recuerdan

El escritor recordó que el presentador valenciano tuvo una etapa profesional ligada a medios tradicionalmente asociados a sensibilidades progresistas, donde llegó a ser visto como una figura especialmente bien valorada dentro de ese entorno.

Con el paso del tiempo y el crecimiento del fenómeno El Hormiguero, esa imagen quedó diluida, sustituida por una lectura mucho más simplista de su perfil ideológico. Para Juan del Val, este cambio no tiene tanto que ver con una transformación real de Motos como con la necesidad de etiquetar rápidamente a quienes ocupan espacios de gran influencia.

Ser de izquierdas no es un mérito moral

Otro de los puntos clave del discurso de Juan del Val es su rechazo a la idea de que una ideología otorgue superioridad moral. En su opinión, ser de izquierdas no convierte automáticamente a nadie en mejor persona, del mismo modo que ser de derechas no implica necesariamente una visión reaccionaria del mundo.

Este planteamiento choca frontalmente con una parte del discurso dominante en redes sociales, donde la identidad política se ha convertido, en muchos casos, en una seña de virtud o de condena.

Progresismo frente a conservadurismo personal

Juan del Val se define como una persona profundamente poco conservadora en su vida personal. En su manera de entender las relaciones, la familia, el trabajo o la cultura, asegura situarse muy lejos de cualquier planteamiento rígido o tradicional.

Para él, esa forma de vivir es inseparable de su ideología, aunque no siempre coincida con los discursos oficiales de los partidos que se autodenominan de izquierdas.

La crítica al seguidismo político

Uno de los reproches más duros del escritor se dirige a quienes confunden ideología con lealtad ciega. A su juicio, apoyar de manera automática a un partido por el simple hecho de definirse como progresista empobrece el debate público y anula la capacidad crítica.

Esta reflexión conecta directamente con su incomodidad ante ciertos sectores que, según él, han sustituido el pensamiento político por la obediencia emocional.

‘El Hormiguero’, más plural de lo que parece

Las palabras de Juan del Val también sirven para arrojar una luz distinta sobre El Hormiguero. Frente a la idea de un programa alineado ideológicamente, el escritor defiende que en la mesa de tertulia conviven sensibilidades muy distintas, lo que explica la diversidad de opiniones que a menudo generan polémica.

Lejos de ser un espacio monolítico, el programa se ha convertido en un reflejo de las tensiones ideológicas que atraviesan la sociedad española.

Un debate que va más allá de la televisión

La intervención de Juan del Val no solo habla de Pablo Motos o de su propia trayectoria. En realidad, pone sobre la mesa un problema más amplio: la dificultad actual para sostener posiciones matizadas en un clima dominado por la polarización.

En ese contexto, cualquier voz que se niega a alinearse sin fisuras con un bloque termina siendo sospechosa para todos.

La incomodidad como seña de identidad

Si algo queda claro tras sus declaraciones es que Juan del Val asume la incomodidad como parte esencial de su papel público. No busca agradar ni reafirmar prejuicios, sino provocar reflexión, incluso a costa de recibir críticas desde todos los frentes.

Y quizá sea precisamente esa actitud la que explique por qué sus palabras sobre Pablo Motos han resonado con tanta fuerza.

Cuando la ideología deja de ser lo que parece

El debate abierto por Juan del Val obliga a replantearse algunas certezas asumidas. Tal vez la ideología no sea tanto una etiqueta visible como una forma de enfrentarse al poder, a la crítica y a la libertad individual.

En tiempos de discursos simplificados, esa reflexión resulta, como mínimo, incómoda. Y por eso mismo, relevante.