💥 ¡Terremoto Político en Chile! El Triunfo de José Antonio Kast Desata una Tormenta en la Izquierda Española

La victoria arrolladora de José Antonio Kast en Chile no solo ha reconfigurado el mapa político latinoamericano, sino que ha provocado una reacción explosiva y profundamente divisiva en la extrema izquierda española, poniendo en jaque la propia definición de la legitimidad democrática.

Un análisis sobre el cruce de acusaciones y el peligroso juego de deslegitimación que amenaza con polarizar aún más el debate público.

SANTIAGO/MADRID. Diciembre de 2025.

El resultado fue innegable. José Antonio Kast se alzó con una victoria aplastante en las elecciones presidenciales de Chile, superando el 60% de los votos y consolidándose como la opción más votada en cada una de las regiones del país.

Fue un triunfo de tal magnitud que la propia izquierda chilena, desde el Partido Comunista hasta el actual presidente Gabriel Boric, actuó con la madurez institucional esperada, reconociendo sin titubeos el resultado electoral y legitimando la victoria de Kast. En democracia, los números hablan por sí mismos y la voluntad popular se respeta.

Sin embargo, a miles de kilómetros de distancia, esta muestra de respeto democrático se desvaneció en el fragor de la polarización política.

Desde España, la reacción de la extrema izquierda, con el partido Podemos a la cabeza, ha sido de abierto desafío, negando a Kast cualquier legitimidad para gobernar.

Lo que siguió no fue un debate ideológico sobre políticas públicas, sino una declaración de guerra retórica que cuestiona la esencia misma del sistema democrático: ¿Es democrática una victoria electoral si no concuerda con la visión ideológica de ciertos actores políticos?

El Dardo Envenenado de la Izquierda Radical Española

El epicentro de esta controversia fue un mensaje en redes sociales de Irene Montero, una de las figuras más prominentes de Podemos, eurodiputada y exministra en el gobierno de Pedro Sánchez.

Sus palabras fueron un detonante: “Arrasa [Kast] en Chile.

No normalicemos las victorias de los movimientos autoritarios.

Aumentar la desigualdad, quitar derechos, extender el odio y defender posturas antidemocráticas no es democracia. Aunque ganes unas elecciones.

Más feminismo, más izquierda, más derechos para frenar a la intolerancia.” (Referencia adaptada del contenido original).

Este tweet no fue un simple lamento por el resultado. Fue un acto de deslegitimación.

El argumento es peligroso en su simplicidad: si ganas unas elecciones, pero tus ideas no satisfacen los criterios de la izquierda radical (en este caso, Podemos), tu victoria es, por definición, antidemocrática.

Este tipo de retórica establece un precedente alarmante.

Implícitamente, postula que la democracia no es un conjunto de reglas y procedimientos (como el voto universal y el respeto a los resultados), sino un contenido ideológico específico. Si el pueblo elige a alguien que no comulga con las ideas de Podemos, la elección es “nula” en términos de legitimidad.

La Doble Vara de Medir: ¿Democracia o Autocracia?

La crítica de Montero y la línea política de Podemos han sido históricamente incoherentes cuando se aplica este mismo criterio a sus aliados ideológicos.

La narrativa que deslegitima a Kast por sus ideas, incluso con un 60% de apoyo popular, contrasta con el silencio o, peor aún, con el apoyo explícito a regímenes que han manipulado elecciones y reprimido a la oposición.

La hipocresía es evidente:

Si la izquierda gana: Es un triunfo del pueblo, la democracia y los derechos.

Si la derecha gana: Es la victoria de la “intolerancia” y el “autoritarismo”, y debe ser deslegitimada, incluso si se obtiene mediante un proceso electoral impoluto y contundente.

Esta estrategia política es un intento de apropiarse del concepto de democracia, de monopolizar el consenso democrático y de excomulgar a los rivales políticos de la esfera de lo legítimo.

Al etiquetar caprichosamente a todos los oponentes como “autoritarios” o “intolerantes”, Podemos se arroga el derecho de decidir quién puede gobernar y quién no, independientemente de la voluntad popular expresada en las urnas.

Este es un juego peligroso, ya que socava la confianza en las instituciones y la aceptación de las reglas del juego que son el pilar de cualquier democracia sana.

Nota: Cuando se utiliza la etiqueta de “autoritario” para condenar ideológicamente a un oponente que ha ganado una elección transparente con un margen abrumador, se está incurriendo en un abuso del lenguaje político. Se busca anular la derrota electoral a través de la demonización mediática.

El Discurso de Kast: Pluralidad vs. Polarización

Resulta irónico que, justo después de ser descalificado con estos términos tan duros, el discurso de victoria de José Antonio Kast exhibiera precisamente la actitud opuesta a la que se le atribuye.

Su intervención tras la rotunda victoria fue un manifiesto a favor de la pluralidad y el respeto cívico, un llamado a la unidad que contrasta con la polarización que busca imponer la extrema izquierda española.

Kast dedicó un momento de “profundo respeto y silencio” a su opositora, Janeth Jara (nombre ficticio, pero en referencia a la figura de la oposición).

A pesar de las “profundas diferencias”, pidió respeto y silencio, enfatizando que estos valores deben marcar su gestión de gobierno.

“Podemos tener diferencias y duras. Podemos creer en algo muy distinto para nuestra sociedad, pero si prima la violencia, si priman los gritos destemplados, es muy difícil que salgamos adelante.

Y eso tenemos que grabarlo a fuego. Alguien puede ser de una ideología distinta, pero es una persona igual que nosotros,” afirmó Kast.

En un pasaje aún más revelador, compartió una anécdota familiar donde su propia hija expresó que si “todos fueran de [cierta tendencia ideológica] en el mundo, el mundo sería mejor”.

A lo que él respondió: “No necesariamente, porque la naturaleza humana no falla.

Y los temas que afectan a las personas no tienen color político.

Hay personas que se portan bien en la izquierda y en la derecha y hay personas que se portan mal en la izquierda y en la derecha.”

Este discurso es la antítesis del totalitarismo. Es el reconocimiento explícito de:

La Pluralidad Ideológica: La sociedad es diversa, y las personas de izquierda tienen pleno derecho a existir y a ser tratadas como seres humanos con dignidad, aun con discrepancias profundas.

La Legitimidad de la Oposición: La oposición es una pieza fundamental del engranaje democrático, incluso cuando está “destrozada” por la derrota.

El Respeto a la Persona: Se debe respetar “escrupulosamente a la persona”, mientras se critican “civilizadamente las ideas”.

Un líder que abraza la pluralidad política, que reconoce la legitimidad de la oposición y que rechaza deshumanizar a sus rivales, es precisamente el polo opuesto al “autoritario” que se le acusa de ser.

La conclusión es clara: la extrema izquierda española utiliza la etiqueta para no reconocer la derrota y para intentar anular la voluntad popular chilena.

El Peligro de Redefinir la Democracia

El trasfondo de esta táctica de Podemos es la redefinición del término democracia.

El exlíder del partido, Pablo Iglesias, siempre abogó por darle nuevos significados a las palabras para utilizarlas como herramientas políticas.

En este contexto, Podemos está intentando transformar el concepto de democracia de un método de gobierno (basado en el voto y el respeto a las minorías y a los resultados) a una ideología específica (solo legítima si produce resultados de izquierda).

Si la democracia es solo válida cuando ellos o sus aliados ganan, o cuando se implementan sus políticas, entonces ya no se está hablando de democracia, sino de autocracia disfrazada.

Es el sueño de un sistema donde la legitimidad se otorga por afinidad ideológica, no por el veredicto de las urnas.

El verdadero peligro totalitario no reside en la victoria de un candidato que propone políticas conservadoras, sino en la actitud de aquellos que, escudándose en el bastión de la democracia, niegan la legitimidad de gobernar a todos los que no comparten su credo político.

La extrema izquierda española está jugando un juego de alto riesgo, que no solo afecta a Kast y a Chile, sino que amenaza con desmantelar el entendimiento básico de convivencia democrática en el mundo hispano.

El desafío para la sociedad civil es reconocer y denunciar este peligroso intento de reescribir las reglas.

La democracia no es propiedad de la izquierda ni de la derecha. Es el terreno neutral donde se dirimen las diferencias mediante el voto y el respeto.

Y el que no acepte ese terreno neutral, está coqueteando con el autoritarismo, independientemente de la bandera que enarbole.