Luis Rubiales ha vivido un cruce de reproches en ‘Espejo Público’ después de que los colaboradores pusiesen el foco en su beso a Jenni Hermoso y una información sobre su vida privada.

 

Susanna

Griso y Luis Rubiales

 

Luis Rubiales regresó este martes al plató de Espejo Público con la intención de hablar de su primer libro, Matar a Rubiales, una obra con la que pretende reconstruir su versión de los últimos años y del caso que marcó su salida de la Federación Española de Fútbol.

Su entrevista estaba programada como una conversación extensa sobre su recorrido personal y su visión del deporte, pero la presencia del exdirigente tomó un rumbo mucho más tenso desde los primeros minutos.

El ambiente, que comenzó con formalidad, se volvió áspero cuando los colaboradores del programa centraron la atención en el episodio del beso a Jenni Hermoso durante la celebración del Mundial 2023.

A partir de ese punto, la conversación empezó a alternar entre reproches, precisiones legales y momentos de incomodidad que fueron aumentando a medida que avanzaba la mañana.

El primer choque: el enfoque sobre el caso Hermoso

Nada más incorporarse Rubiales al debate, Cristóbal Soria fue directo al cuestionar que el exmandatario continúe mostrándose distante en relación con el episodio que desembocó en su condena —recurrida por su defensa—. Le reprochó que, dos años y medio después, no hubiera tenido un gesto personal con la futbolista.

Aunque Rubiales trató de responder matizando que la sentencia no es firme y que su intención en aquel gesto fue distinta a la interpretación posterior, sus explicaciones no terminaron de calmar el tono.

Gema López intervino inmediatamente para subrayar que el hecho está recogido legalmente como delito en la resolución judicial inicial y que no puede tratarse como una simple conducta imprecisa o vinculada a la euforia del momento.

Ese choque marcó el inicio de una dinámica cada vez más enrevesada entre invitado y colaboradores.

La incomodidad, perceptible en los silencios y en la insistencia del exdirigente en defender su versión, fue creciendo hasta llegar a un punto crítico cuando el programa emitió una pieza informativa preparada para su visita.

El reportaje que lo cambió todo: su presunta vida de lujo en Punta Cana

En el vídeo, el programa sostenía que Rubiales habría residido en una mansión de más de mil euros por noche durante su estancia en República Dominicana.

La pieza se reprodujo mientras él aparecía en pantalla dividida, lo que permitió ver su reacción inmediata incluso con el micrófono cerrado.

Molesto, negó en voz baja la información hasta que Susanna Griso decidió detener la dinámica para permitirle dar su versión.

 

Susanna Griso y Luis Rubiales en ‘Espejo Público’

 

La presentadora explicó al público que el entrevistado quería aclarar un punto concreto del reportaje.

Rubiales tomó la palabra para disputar frontalmente los datos emitidos, asegurando que nunca vivió en una propiedad de esas características.

Describió, en cambio, un apartamento de unos sesenta metros cuadrados que compartía con un compañero durante su estancia en el país.

Añadió que la supuesta mansión pertenecía a unos conocidos que la alquilaron en determinadas ocasiones, pero que no tenía nada que ver con él como residencia habitual.

El exdirigente insistió en que aquella información —que circuló en varios medios— terminó siendo desmontada mediante una investigación de la Agencia Tributaria.

Según afirmó, ese informe no recibió la difusión que sí tuvieron las versiones que lo situaban en viviendas de lujo o vinculándolo con propiedades en otros países.

Susanna Griso trató de encauzar el intercambio subrayando que él rechazaba completamente esas afirmaciones, aunque la tensión ya estaba instalada en el plató.

Rubiales, visiblemente afectado, reprochó al espacio que se hiciera eco de datos que considera incorrectos y lamentó que la rectificación oficial no alcanzara la relevancia mediática de los rumores iniciales.

Una relación compleja con la cobertura mediática

El momento fue especialmente significativo porque conectaba con uno de los ejes del libro de Rubiales: su visión del tratamiento público que ha recibido desde su salida de la Federación.

Él mismo reconoció que lleva meses tratando de desmontar informaciones que, a su juicio, no se ajustan a la realidad de su vida privada ni a su situación económica.

En su intervención, explicó que ha sido objeto de especulaciones sobre propiedades en varios países, incluso sobre supuestos negocios. Aseguró que esas narrativas se han extendido sin base documental y que han contribuido a crear una imagen pública que considera dañada por datos inexactos.

Aunque Susanna Griso intentó mantener un equilibrio entre las explicaciones del invitado y el contenido presentado por el programa, los sucesivos matices y las interrupciones reflejaban que Rubiales se sentía juzgado más allá de lo estrictamente profesional.

El ambiente se endurece tras una comparación inesperada

La entrevista llegó a su punto más delicado cuando la presentadora, en un intento por contextualizar la actitud defensiva del invitado, la comparó con la postura de otras figuras públicas que han manifestado sentirse víctimas del tratamiento político y mediático.

Al establecer ese paralelismo, mencionó al actual presidente del Gobierno, lo que provocó una reacción inmediata del entrevistado.

Rubiales rechazó de manera firme ser comparado con esa figura, asegurando que no comparte su forma de actuar y que no desea que su nombre se asocie a un estilo político que él considera contrario a sus valores.

La presentadora intentó redirigir el intercambio para centrarlo en la idea general del “victimismo”, pero la escena evidenció la susceptibilidad del invitado en determinados temas.

El intercambio no derivó en un tono más elevado, pero sí dejó claro que la entrevista había traspasado ya el umbral de la cordialidad inicial. Desde ese punto, las respuestas de Rubiales fueron más rígidas y su lenguaje corporal más tenso.

Un final marcado por la sensación de incomodidad

La intervención del exdirigente concluyó entre gestos incómodos y un ambiente que mezclaba prudencia y desgaste.

Aunque intentó mantener su línea argumental centrada en su libro —una obra que busca ofrecer su versión personal de los acontecimientos—, la conversación terminó dominada por las aclaraciones sobre su situación legal, su vida privada y la forma en que considera que ha sido tratado por la opinión pública.

El paso de Rubiales por Espejo Público volvió a demostrar lo complejo que resulta para cualquier figura envuelta en un caso mediático manejar entrevistas donde convergen opinión, actualidad judicial y debate emocional.

A pesar de que defendió con firmeza su postura, su incomodidad durante varios momentos de la conversación dejó la sensación de un invitado que sigue sintiéndose en el centro de un escrutinio constante y al que le cuesta disociar la promoción de su libro del contexto en el que fue producido.

Televisión y actualidad: un reflejo de las tensiones del momento

El episodio resume, en cierta medida, el tipo de escenario en el que se mueven los programas matinales.

Estos espacios, donde la actualidad convive con análisis, entretenimiento y opinión, suelen generar encuentros donde las emociones y las interpretaciones se cruzan con información contrastada o con versiones enfrentadas de los mismos hechos.

El caso de Rubiales es especialmente paradigmático, porque se encuentra en un punto en el que su vida pública, su situación judicial y su proyección mediática se entremezclan constantemente.

Por ello, cualquier visita televisiva se convierte en un territorio complejo donde cada palabra puede generar eco, discusión o reinterpretación.

 

Un protagonista que sigue bajo el foco

El recorrido televisivo de Luis Rubiales no ha terminado. Su libro, su presencia en medios y el proceso judicial en curso garantizan que seguirá formando parte del debate público y que su figura continuará generando contraposiciones.

Lo ocurrido en Espejo Público demuestra que la tensión que acompaña a este caso sigue viva y que cualquier intervención suya, por mesurada que pretenda ser, desemboca inevitablemente en un diálogo con varias capas: jurídica, emocional, mediática y social.

Aun así, Rubiales continúa defendiendo que su intención es ofrecer su perspectiva lejos del ruido que rodea al caso.

Su paso por Antena 3, aunque no exento de fricciones, forma parte de esa ruta de exposición pública donde busca recuperar control sobre su propia narrativa, aun sabiendo que cada intervención abre nuevas preguntas y nuevas reacciones.