Rafael Narbona enciende las alarmas tras el éxito de Juan del Val: el augurio inquietante de un mundo en manos de “imbéciles”
Rafael
Narbona y JUan del Val.
Cuando el número uno en ventas se convierte en síntoma
Hay éxitos editoriales que pasan sin dejar huella y otros que, más allá de las cifras, despiertan un debate incómodo.
El fulgurante ascenso de Vera, una historia de amor, la novela con la que Juan del Val ha conquistado el Premio Planeta 2025, pertenece claramente al segundo grupo.
No solo por la polémica que rodeó al fallo del jurado, sino por lo que su posición como libro más vendido parece revelar sobre el momento cultural —y social— que atraviesa España.
El escritor y ensayista Rafael Narbona ha sido uno de los últimos en poner palabras a esa incomodidad colectiva.
Y lo ha hecho sin rodeos, utilizando el éxito del libro como punto de partida para un diagnóstico mucho más amplio y preocupante.
Un Premio Planeta que no deja indiferente
Desde el mismo instante en que se anunció el nombre del ganador, el Premio Planeta 2025 quedó marcado como uno de los más controvertidos de su historia reciente.
La elección de Juan del Val, una figura mediática muy conocida por su presencia constante en tertulias y programas de Atresmedia, fue recibida con escepticismo por una parte significativa del sector literario.
No se trataba solo de una cuestión de gustos, sino de expectativas.
El Planeta, con todas sus luces y sombras, sigue siendo percibido como un escaparate de la narrativa española contemporánea. Por eso, ver cómo quedaban relegados autores de largo recorrido y prestigio contrastado generó una sensación de desconcierto difícil de ignorar.
El éxito comercial frente al juicio crítico
Lo que terminó de avivar el debate fue comprobar que Vera, una historia de amor no solo ganaba el premio, sino que se colocaba rápidamente en el número uno de ventas en ficción.
Un dato que, lejos de cerrar la discusión, la amplificó.
Mientras las listas de ventas confirmaban el fenómeno, las críticas se multiplicaban.
Para muchos lectores y profesionales del libro, la novela adolece de una estructura débil y de un desarrollo narrativo que recuerda más a un folletín que a una obra literaria de ambición artística.
Esta distancia entre el éxito comercial y la valoración crítica es precisamente el terreno donde surge la reflexión de Rafael Narbona.
La voz de las librerías
Entre las opiniones más comentadas destacó la de una librera de Gijón que, desde su cuenta de TikTok, realizó una reseña demoledora.
Más allá del tono irónico, su análisis conectó con el sentir de muchos lectores que perciben la obra como un producto diseñado para el consumo rápido, sin demasiada exigencia intelectual.
La crítica no se centraba únicamente en el estilo o en la trama, sino en el trasfondo ideológico y cultural de la novela.
Para esta librera, el libro destila una mirada condescendiente hacia determinados entornos y tradiciones, lo que refuerza la idea de que la polémica no es solo literaria, sino también simbólica.
Rafael Narbona y el salto al diagnóstico social
Es en este contexto donde Rafael Narbona decide intervenir. El escritor no se limita a opinar sobre la calidad de la novela, sino que utiliza su éxito como un síntoma de algo más profundo. En su reflexión, el triunfo de Juan del Val en las listas de ventas no es un hecho aislado, sino parte de una tendencia que trasciende el ámbito cultural.
Narbona enlaza este fenómeno con el clima político y social internacional, trazando una línea directa entre el consumo cultural acrítico y el auge de liderazgos que, en su opinión, empobrecen el debate público. Su mensaje no busca tanto ridiculizar al autor premiado como advertir sobre el contexto que hace posible su éxito.
La cultura del aplauso fácil
Uno de los ejes centrales de su reflexión es la idea de que vivimos en una era donde la visibilidad pesa más que el contenido.
La popularidad mediática se convierte en aval suficiente, desplazando a un segundo plano el análisis riguroso y la exigencia intelectual.
En este escenario, el mercado editorial no sería más que un reflejo de una lógica más amplia: se premia lo reconocible, lo cómodo y lo que no incomoda en exceso. El éxito de Vera, una historia de amor encajaría así en un patrón donde la calidad literaria deja de ser el criterio principal.
Ironía y pesimismo
Fiel a su estilo, Narbona recurre a la ironía para subrayar su preocupación.
Su vaticinio no se limita al mundo del libro, sino que se extiende a la política internacional y nacional, dibujando un panorama donde decisiones clave quedan en manos de figuras que representan, según él, la banalización del poder.
Este tono mordaz no busca el escándalo gratuito, sino sacudir conciencias.
La provocación funciona como una llamada de atención ante lo que considera una peligrosa normalización de la mediocridad.
¿Lectores o consumidores?
Una de las preguntas implícitas en todo este debate es qué papel juega el lector.
¿Sigue siendo un sujeto crítico o se ha transformado en un consumidor que elige por inercia, guiado por premios, rankings y rostros conocidos?
La reflexión de Narbona apunta a una pérdida progresiva del espíritu crítico, sustituido por una confianza ciega en los sellos de éxito.
Cuando un libro lidera las ventas, parece quedar automáticamente blindado frente a cualquier cuestionamiento.
El peligro de la banalización
Más allá del caso concreto de Juan del Val, lo que inquieta a Narbona es el modelo cultural que se consolida.
Un modelo donde la literatura corre el riesgo de convertirse en un mero producto de entretenimiento, despojado de su capacidad para incomodar, cuestionar o abrir debates profundos.
En este contexto, el éxito masivo deja de ser un indicador positivo y se transforma en una señal de alerta. No porque leer sea negativo, sino porque lo que se lee —y por qué se lee— dice mucho de la sociedad que lo consume.
Un debate que va más allá de un libro
La polémica alrededor de Vera, una historia de amor ha servido como catalizador de un debate más amplio sobre el estado de la cultura.
El enfrentamiento entre cifras de ventas y criterio literario no es nuevo, pero adquiere una nueva dimensión cuando se vincula a una reflexión sobre el poder, la política y el sentido crítico.
En ese cruce de caminos es donde la voz de Rafael Narbona encuentra eco.
No como una verdad absoluta, sino como una advertencia incómoda que invita a mirar más allá del escaparate.
Conclusión: la alarma que no conviene ignorar
El éxito de Juan del Val y la reacción de Rafael Narbona dibujan dos formas opuestas de entender la cultura.
Una, basada en la popularidad y el impacto inmediato; otra, preocupada por las consecuencias a largo plazo de normalizar la superficialidad.
Quizá el debate no consista en decidir quién tiene razón, sino en preguntarse qué tipo de mundo cultural —y político— estamos construyendo cuando el éxito deja de ser cuestionado y se convierte en dogma.
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