El supuesto patriotismo que abanderan las organizaciones vinculadas a la extrema derecha se enfrenta a su hora más oscura.

Entre acusaciones de estafa con los fondos de la DANA y denuncias por acoso sexual a menores, la careta de los “salvadores de la nación” empieza a agrietarse de forma irreversible.

I. La Solidaridad Bajo Sospecha: El Caso de Revuelta

La palabra “patria” suele ser el refugio de muchos, pero también, en ocasiones, el disfraz de intereses menos confesables.

Esta semana, el movimiento juvenil Revuelta, estrechamente vinculado a Vox desde su nacimiento, ha saltado por los aires.

Lo que parecía una movilización heroica tras la catástrofe de la DANA en Valencia ha terminado en los tribunales.

Dos figuras clave, Arturo Villarroya (asistente del eurodiputado Jorge Buxadé) y Javier Esteban, han presentado una denuncia ante la Fiscalía por presuntas irregularidades graves en la gestión de los fondos recaudados.

Se habla de una posible estafa en el destino del dinero que miles de ciudadanos entregaron de buena fe para las víctimas.

Aquel despliegue de influencers y activistas que, móvil en mano, se grababan entre el fango como si fueran los únicos rescatadores, está hoy bajo la lupa judicial.

La pregunta que flota en el aire es demoledora: ¿A dónde ha ido a parar realmente el dinero de la solidaridad?

II. Vox y la Estrategia del Olvido

La reacción en la sede de Bambú no se ha hecho esperar, pero no para pedir transparencia, sino para borrar el rastro. Vox intenta ahora una desconexión total con Revuelta, pretendiendo que nunca hubo una alianza estrecha. Sin embargo, la hemeroteca es implacable.

Desde invitaciones de Jorge Buxadé a campus de “jóvenes patriotas” hasta intentos de Vox por llevar al portavoz de Revuelta a la Asamblea de Madrid para dar lecciones de labor humanitaria.

El partido de Santiago Abascal no solo apoyó estas campañas de donativos, sino que las puso como ejemplo de virtud ciudadana. Hoy, ante la sombra del fraude, el partido intenta sacrificar a su “filial” juvenil para salvar la marca.

III. El Escándalo Sexual que Sacude las Redes del Partido

Si la sospecha de estafa económica no fuera suficiente, el ecosistema ultra se enfrenta a una acusación de una naturaleza mucho más sórdida.

Javier Esteban, hasta hace unos días responsable de redes sociales de Vox y uno de los denunciantes de la trama de Revuelta, ha tenido que dimitir de su cargo.

El motivo: una denuncia por acoso sexual a un militante del partido que era menor de edad en el momento de los hechos.

Según los informes policiales publicados por medios como ABC y El Mundo, los sucesos habrían ocurrido en 2023. El denunciante relata encuentros forzados y tocamientos con ánimo libidinoso tras una insistencia constante por parte de Esteban.

Lo más alarmante es que el joven denunciante, que ahora ha alcanzado la mayoría de edad, ha advertido a la policía que no sería un caso aislado, sugiriendo la existencia de al menos otros dos menores que habrían pasado por situaciones similares.

IV. Fuego Cruzado en la Extrema Derecha

Lo que estamos presenciando es una auténtica guerra civil dentro de la ultraderecha española.

Mientras Revuelta niega las acusaciones de estafa y señala que la denuncia es una maniobra de Vox para controlarlos, Javier Esteban se defiende de la acusación de acoso alegando que es una “estrategia de venganza” de Revuelta para presentarlo como una mala persona.

En este cruce de reproches, denuncias y mensajes de WhatsApp, la gran perjudicada es la credibilidad de un movimiento que prometía regenerar España.

Tras la tragedia de Valencia, donde el dolor de la gente fue real, algunos parecen haber visto una oportunidad de negocio o de poder.

V. Conclusión: El Fin de la Inocencia “Patriota”

La caída de las caretas es total. El ecosistema de influencers y organizaciones satélites de Vox está inmerso en un fango mucho más difícil de limpiar que el de las calles de Valencia: el de la corrupción moral y económica.

La justicia tendrá que determinar ahora si el dinero de la DANA terminó en bolsillos privados y si las estructuras de poder del partido sirvieron para encubrir comportamientos depredadores.

Lo que queda claro es que, cuando la patria se convierte en una marca comercial o en un escudo para el delito, los ciudadanos son los primeros en salir perdiendo.